La conformista
Título: La conformista
Título Original: (La conformista, 2024)
Autor: Alba Dedeu
Editorial:
Sexto Piso
Colección: Narrativa Sexto Piso
Copyright:
© 2024, Alba Dedeu
© 2024, Editorial Sexto Piso, S. A. de C. V.
Traducción: Alba DedeuEdición: 1ª Edición: Febrero 2024
ISBN: 9788419261793
Tapa: Blanda
Etiquetas: novela corta narrativa costumbrista amor celos trabajo familia literatura española hábitos sueños convivencia
Nº de páginas: 116
Argumento:
Eva y Pere venden pollos al ast y huelen a fritanga de pies a cabeza. Eva no se resigna: se lava el pelo por la mañana y por la noche, se perfuma en el trabajo y pone lavadoras a diario. Intenta no abandonar sus zapatos de tacón, aunque al llegar a la tienda tenga que cambiárselos por otros más cómodos, y se compra maquillaje resistente al agua, aunque de tanto sudar el rímel le emborrone las ojeras. Consciente de lo inútil de su lucha, Eva acaba acostumbrándose tanto al olor como a las renuncias: deja en casa los tacones, tira a la basura el maquillaje y parece asumir que su vida es la que es. Sin embargo, cada vez que afloran las inevitables fricciones de la rutina en pareja o cuando el esfuerzo de sacar una familia adelante le pasa factura, la incómoda pregunta reaparece: ¿y si su vida pudiera haber sido otra?
En "La conformista", su primera novela, Alba Dedeu narra con formidable sutileza y precisión los altibajos del día a día, los sinsabores de la convivencia y esa angustia de baja intensidad que envuelve a Eva, como nos envuelve a todos: el vértigo de las posibilidades aparentemente infinitas que tenemos a nuestro alcance y la incertidumbre constante de no saber si, de todas esas opciones, habremos escogido la mejor.
Opinión:
A veces la vida se vuelve insoportablemente tediosa en su monotonía. Llegamos a casa un martes por la tarde/noche, derrotados por el trabajo o el gimnasio o de recoger a los niños de natación o de comprar o de una reunión de vecinos y solo de pensar que queda más de la mitad de la semana por delante nos da un mal. Y así día tras día… Y solo pensamos en meternos en la cama para coger fuerzas para repetir las mismas acciones el día siguiente y al otro y al otro, soñando con que llegue el viernes por la tarde. Pero antes de irnos a la cama tenemos que hacer la cena, que si fuera solo para nosotros tal vez nos bastaría con una pieza de fruta o un yogur o un tazón de cereales, pero como hay más gente a nuestro cargo, hay que hacer algo con fundamento, nutritivo… Y hay que bañar a los niños, secarlos… Y así día tras día…
La rutina pasa factura. Ves a la gente de tu edad cómo se va quedando calva, cómo cultiva una barriga cervecera y se convierte en un estereotipo de su generación y te dices que tú no, que tú no te vas a «abandonar», que vas a cuidarte, vas a comer sano y no vas a correr, porque a la larga eso te jode las rodillas, pero vas a caminar un mínimo de treinta minutos cada día y te harás un injerto capilar si ves que tu pelo comienza a preferir las púas del peine a tu cálido y confortable cuero cabelludo. Tú no vas a ser parte de esa mediana edad que integre la media nacional. No te vas a rendir. Tú puedes, tú vales más que eso… Pero al final las palabras se las lleva el viento caes porque el peso de la rutina es agobiante, más fuerte que tu voluntad inicial y asfixiante y cada día llegas más cansado a casa.
Esto mismo, o muy parecido, le ocurre a Eva, la narradora y protagonista de "La conformista". Ella y su marido tienen un negocio de venta de pollos al ast (que me imagino que será el típico pollo asado). Ella está harta del olor a fritanga (supongo que él también, pero como todo lo vemos desde el punto de vista de ella pues hala, arreando), un olor que no consigue quitarse por más veces que se lave, que se esparce por las habitaciones, las sábanas, toallas, zapatos. Para colmo en la tienda, con el calor, el maquillaje se corre de tal forma que la hace parecer un panda y es fácil crisparse al rozarse en el ajetreo laboral con el padre de sus hijos.
«¡Y yo, que tenía que hacer tantas cosas…! Yo, que quería presentarme a la selectividad, estudiar una carrera, pero en el último momento, en el último momento…, pollos y ya está».
¿Era este el futuro con el que ella soñaba? ¿Es esto a lo que aspira?
Alba Dedeu logra transmitir al lector una atmósfera agobiante, un clima opresivo que, a pesar de engancharte te obliga también a coger aire de vez en cuando y a sacarte el olor a pollo asado que no sabes cómo se ha instalado en tu habitación, para seguir leyendo esa curiosa forma de narrar sin diálogos ni puntos y aparte, pero de una forma bien vertebrada y construida, con un estilo de escritura ágil y preciso, sin descripciones ni florituras que entorpezcan la lectura mientras nos cuenta su vida y pensamientos.
La familia, los sueños, los celos, el amor, el sacrificio, lo que pudo ser y no fue, y la educación de los hijos, entre otros, son los temas que van a desfilar por el cerebro y por las hojas de nuestra protagonista. Y también la felicidad:
«Estar bien está bien cuando no has pensado que podrías estar mejor, que quizá te has conformado demasiado pronto y con demasiado poco. Estar bien es una cuestión de perspectiva: cuanto más estrecho de miras eres, mejor estás, supongo».
Con "La conformista" tienes la sensación de leer algo que vale la pena de entre tanta mediocridad que se publica. De comprender que no estás solo y que siempre se puede cambiar aunque sea alguna pequeña cosa. Una lectura recomendable de algo que además es palpable, real, instalado entre nosotros y que también proporciona una pequeña esperanza para salir de la rutina.
Diego Palacios
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Comentario de los lectores:
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