La comadrona de Berlín

Opinión:

"La comadrona de Berlín" es la segunda parte de la saga escrita por Anne Stern sobre la comadrona Hulda Gold.

Como suele ocurrir en otras sagas, recomiendo leer por orden los libros, ya que de esa manera el lector no se perderá ningún detalle sobre la historia. Tanto en "Luces y sombras en Berlín" como en "La comadrona de Berlín", la autora se ha centrado en una historia independiente como centro de la novela, pero ha añadido una gran dosis de historia y recorrido personal al respecto de Hulda e incluso otros personajes un tanto más secundarios. Así que aunque se podría leer "La comadrona de Berlín" sin haber leído el primero, considero que el lector no disfrutará igual de la lectura ni se podrá sentir tan cercano a Hulda.

En "La comadrona de Berlín" descubriremos a una Hulda Gold un tanto diferente a la que fue en "Luces y sombras en Berlín, más sentimental pero también más decidida. Me ha gustado ir viendo la evolución durante las dos novelas, ya que se aprecia cómo los sucesos le influyen. Da la sensación de más realismo a la historia y de unos personajes más humanos que bien podrían haber existido.

La ambientación una vez más es sublime. Anne Stern traslada al lector con una narración muy amena y fluida a un Berlín en la década de 1920. Muestra lo peor de aquella época, con una ciudad llena de pobreza, la crisis por la hiperinflación, el auge de la ultraderecha y los disturbios provocados por todo ello. Además, se empezaban a ver ya revueltas y ataques contra los judíos, a quienes culpaban de la pobreza y de la situación por la que Berlín estaba pasando.

En "La comadrona de Berlín" Anne Stern ha creado una historia central basada en Hulda Gold y su trabajo como comadrona.

Cada vez es más difícil y está peor visto que las mujeres den a luz en casa, y sobre todo, que una comadrona las asista. Muchos médicos se oponían a ello, ya que caso de una complicación, el tiempo perdido en llamar a una ambulancia y el traslado de la mujer a la clínica marcaba la diferencia entre la vida y la muerte, tanto de la madre como del bebé. Aunque Hulda Gold aún tiene clientas que se resisten al trato tan impersonal de las clínicas y que confían en ella por su experiencia en caso de que algo ocurra. Además, el trabajo de la comadrona va más allá de ayudar a la mujer a dar a luz, sino que también les ayuda posteriormente con el cuidado del bebé, para que la madre descanse y se recupere. No obstante, Hulda cada vez ve más en peligro su trabajo, y e incluso, a raíz de unos embarazos que asiste, empieza a plantearse si no será mejor la asistencia en las clínicas.

En esta ocasión, Hulda Gold asiste a una joven madre primeriza en el barrio judío. Cuando acude al domicilio posteriormente, descubre que el niño ha desaparecido. La frialdad e indiferencia de la madre, del padre e incluso de la abuela del bebé hace que Hulda Gold decida investigar lo ocurrido, ya que además ella se siente en parte responsable del bebé y sus cuidados, sin saber que ello desembocará en la revelación de un secreto familiar guardado durante años.

Paralelamente a esta historia, el inspector Karl North, pareja de Hulda Gold, tiene una nueva investigación entre manos. La desaparición de unos niños y la noticia en el periódico sobre un grupo de menores encontrados muertos les hace pensar que puede estar relacionado con el bebé desaparecido. Pero que precisamente sea un bebé no encaja dentro del perfil del resto de los niños.

Envolviendo ambos casos, el lector encontrará también la historia personal de Hulda y Karl, cuya relación no pasa por su mejor momento. En este aspecto, se puede apreciar más la evolución de los personajes, ya que además Hulda pasa por un momento difícil en varios sentidos, y todo ello incrementado por la desaparición del bebé y la lucha contra sus propios sentimientos de ser madre. Me ha gustado mucho que Anne Stern avance también en la historia de los personajes, ya que además logra que la lectura sea más amena y que el lector se pueda sentir intrigado por algo más de la historia aparte de por la investigación en sí.

Vane Gómez