la cámara lúcida

Título: la cámara lúcida
Título Original: (la chambre claire, 1980)
Autor: Roland Barthes
Editorial:
Paidós Ibérica
Copyright: Traducción de Joaquim Sala-Sanahuja
Segunda Edición, 1992
ISBN: 9788475096216
Etiquetas:
fotografía
Argumento:
La cámara lúcida
es una reflexión sobre la Fotografía en mayúsculas. Roland Barthes propone una visión personal de este arte huyendo de tópicos y teorías reduccionistas sobre lo que debe ser la observación de la Fotografía. Cada uno experimenta sensaciones diferentes cuando mira una foto y nadie tiene que atenerse a teorías o a esquemas. Cada uno tiene sus motivaciones y en cada individuo la Fotografía provoca una reacción diferente. Ésta es la interpretación de Roland Barthes.
Opinión:
Como ya ha quedado claro, este libro es una reflexión personal. Por lo tanto no podemos echar abajo el contenido de un plumazo ni elevarlo a teoría. Lo que dice Roland Barthes es lo que él cree, su visión. Podemos, eso sí, compartirlo, aceptarlo, adaptarlo o rechazarlo. En mi caso no estoy demasiado de acuerdo con lo que dice. Por pasos:
Estoy de acuerdo y aplaudo esta reflexión. Lo que vemos en una foto no es más que la repetición de lo que ya fue (cada vez que lo miramos, se reactiva, pero jamás vuelve a ser).
Esto no lo comparto. No puedo aceptar que la Fotografía sea simplemente una exposición deíctica (aquí una tienda, aquí un coche, aquí una calle y aquí una persona). La Fotografía es más, mucho más. Ver fotos de Cartier-Bresson y limitarse a decir que no hay mayor contenido que lo que el ojo humano puede ver es tan injusto como reduccionista. Cuando miro las fotos de Cartier-Bresson, Willy Ronnies, André Kertész o Robert Doisneau, mi mente activa una representación de esa realidad que me pertenece como espectador.
No estoy en absoluto de acuerdo. Me parece inasumible decir que la Fotografía nunca es más que un canto del "pase y vea, pero no saque mayores conclusiones". Existe la foto y existe la Fotografía.
Me parece una buena reflexión, por eso precisamente los fotógrafos huyen de los posados. La naturalidad es lo que aporta vida y realidad a la fotografía. En el momento en que uno posa, se adentra en una metamorfosis en que pasa de sujeto a "sujeto-objeto". La foto captará un momento que no se volverá a repetir; será, de algún modo, ese espectro de uno mismo.
Lo es. Pero no sólo eso. Es apasionante encontrar una foto antigua y ver cómo viste la gente, cómo se peina, cómo lleva las uñas. Pero no solamente por lo que muestra la foto, sino por lo que nosotros imaginamos a partir de esos detalles. Por eso no podemos reducir la foto al lenguaje deíctico.
Lo que Barthes expone es que en el momento en que vemos una fotografía (una muestra de realidad objetiva), ya no podemos transformar nuestros recuerdos, porque la imagen es tan cercana a lo que fue en realidad, que la mente no tiene mucho margen de maniobra para transformarlo. Pero yo me pregunto, ¿no es un recuerdo algo muy cercano a la realidad? La foto es solamente una chispa que activa el motor de la memoria. Yo me veo a mí, de pequeño, jugando en la playa y más allá de la imagen, empiezo a reconstruir mis recuerdos. Una foto jamás puede ser un contrarrecuerdo.
Sigue la estela del último punto. Si pretendemos acercarnos a la realidad, ¿por qué rechazar un instrumento –la fotografía- que nos ayuda a configurarla?
Muerte es aquello que jamás va a volver a cobrar vida. Cuando un joven fotografía algo, en realidad guarda un retazo de realidad que más tarde podrá recuperar para mantenerlo con vida. La Fotografía, una vez más, activa el motor de la memoria. Ese instante, cierto, no podrá repetirse, es un espectro, pero sí podrá rememorarse. Un fotógrafo no es un agente de la muerte, sino un capturador de instantáneas que más tarde conformarán, de nuevo, vida.
Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com