Jim

Opinión:

Pues sí, resulta que aparte de la cosa mitológica, el tema de los perros es también algo recurrente en mis lecturas. En la mayoría de estas últimas el perro acaba muriendo y, aunque no es una sorpresa, el corazón siente esa pérdida y la comprende como solo aquellos que han tenido mascotas pueden comprender.

Porque, salvo que seas un cabronazo sin escrúpulos, o un cazador, que viene a ser lo mismo, un perro es uno más de tu familia y va a ser parte fundamental de tu vida. Vas a compartir con él once, doce, trece años o algunos pocos más si tienes suerte, os vais a acostumbrar mutuamente a vuestras respectivas presencias y te va a joder mucho su pérdida. Mucho, hasta que la superes, hasta que el tiempo cure las heridas, aunque, como bien dice Bunbury, «el tiempo no es un doctor y solo sana lo que no importa ya». Incluso te convencerás de no querer tener ningún otro perro y puede que lo cumplas. Y también puede que no, que tengas otro aunque nunca olvides al anterior o anteriores… Todo es cuestión de tiempo.

He leído muchos libros con perros como protagonistas, y no hablo de historias tipo Disney, y muchos también de dueños despidiéndose de ellos (ahora mismo me viene a la cabeza el estupendo, y breve, Última voluntad y testamento de un perro distinguidísimo, de Eugene O´Neill) y todos desprenden el mismo sentimiento, la misma sensación de pérdida, la no aceptación inicial de la partida del peludo y la posterior resignación.

François Schuiten se autoimpuso, a modo de terapia, hacer un dibujo de su perro Jim cada día, pasara lo que pasara. Esa disciplina sustituiría los paseos que hacía con él a diario y le ayudaría a comprender todo lo que había ocurrido entre ellos. Y es que, cada cual afronta el duelo de la mejor manera que encuentra.

"Jim" reproduce los dibujos en el orden exacto que llegaban al autor y que trasladaba con «pincel, pluma y la tinta de mis lágrimas». Un homenaje a su compañero de vida y amigo de la forma que mejor ha sabido, ya que muchas veces hay cosas que no pueden expresarse con palabras.

Hay momentos en el libro que te desgarran, por el texto más que por el propio dibujo, con breves frases de una o dos líneas que capturan la esencia de lo vivido y perdido:

«No dejo de buscarte con la mirada. ¿Dónde te habrás metido?»

Un libro a base de frases cortas y dibujos con la fuerza suficiente como para pararte a pensar y agarrarte las entrañas.

En definitiva, este es un libro para sobrellevar el duelo de un trozo de uno mismo que se va para siempre. Un libro que puede ayudar a todos aquellos que tienen la pérdida de un animal reciente o que temen el fin inevitable de un «vínculo tan extraordinario».

«Tengo que aprender a seguir adelante ahora que una parte de mí se ha marchado.»

Diego Palacios