historia natural del canibalismo

Título: historia natural del canibalismo
Título Original: (historia natural del canibalismo)
Autor: Manuel Moros Peña
Editorial:
Nowtilus
Copyright: © Manuel Moros Peña
© Ediciones Nowtilus, S. L.
Prólogo de Clara Tahoces
1ª Edición: Mayo, 2008
ISBN: 9788497635158
Etiquetas:
antropofagia
antropófagos
caníbales
canibalismo
supervivencia
superviviente
Argumento:
Resumiendo, como dice la sinopsis oficial, “Historia natural del canibalismo”
se basa explícitamente en "Canibalismo ritual, canibalismo guerrero, canibalismo
de supervivencia, canibalismo patológico... Desde el conocido y recordado caso de
los supervivientes de aquel accidente en los Andes al canibalismo azteca, desde
el canibalismo funerario de la tribu Fore al reciente caso del caníbal mexicano."
Pero se queda corto visto así…
A pesar de que el libro versa sobre la antropofagia, el
doctor Manuel Moros Peña hace un recorrido
sobre los sacrificios humanos a dioses desde la Prehistoria, pasando por famosos
guerreros y reyes que no dudaban en asesinar para que la fortuna les sonriera –por
ejemplo, ganar una batalla-, o para agradecer su buena fortuna, y algún que otro
genocidio.
¿Sabías que el escritor
Herman Melville convivió con caníbales?
En “Historia natural del canibalismo”
leeremos sobre él, sobre el dr. Livingston, el capitán Cook, Garcilaso de la Vega,
Leopoldo II, y varios etcéteras.
Carne humana preparada como los pollos asados, hervida como la ternera, cocida viva
como las langostas… Este es, sin duda, un libro que además de sorprender y hasta
horrorizar, te hace pensar y, en ocasiones, hasta “comprender”.
Tras un viaje por el canibalismo a lo largo de los tiempos,
Manuel Moros Peña nos pone una advertencia
pues entramos en camino peligroso, especialmente para los más aprensivos: nuestros
asesinos caníbales contemporáneos:
Ed Gein, Andrei Chikatilo, Issei Sagawa o el Caníbal de
Guerrero entre otros
Y después de esto, una estupenda guía (carteles y notas incluídas) del canibalismo
en el cine.
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Moros Peña
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del canibalismo"
Opinión:
“Historia
natural del canibalismo” es, posiblemente, el libro
más completo sobre la antropofagia en la historia de la humanidad; narrado de forma
amena e ilustrado acertadamente pone de manifiesto que el canibalismo tiene diversas
formas de entenderse y usarse, y que lo que hoy día queda de él prácticamente es
el canibalismo patológico. Y también que de no haber sido por filósofos y misioneros
cristianos hoy día aún estaríamos hablando de sacrificios innecesarios.
La obra, además, tiene una portada y un diseño muy atractivo, una letra grande en
compañía de otra más pequeña donde se aporta la información ofrecida por los propios
protagonistas (testigos, caníbales, etc…) e ilustraciones que no tienen excesiva
calidad pero que ayudan, a su vez, a evitar que se nos remueva el estómago.
Y además están las historias… Debo admitir que a pesar del tema, el libro engancha
una barbaridad. La cantidad de información está dada de forma amena pero además
tengamos en cuenta que lo que nos narra
Manuel Moros Peña son hechos reales
acaecidos en nuestra humanidad, antes o después, y que nos concierne como seres
humanos que somos. Son verdaderas historias, experiencias vividas, confesiones,
fabulaciones a veces… Sea como sea, este libro puede gustar tanto al que busca informarse
como al que suele leer novelas.
Mis padres vivieron veinte años en África, concretamente en Guinea Ecuatorial; mis
hermanas mayores nacieron allí, y antes de mi nacimiento ya estábamos de nuevo en
España. De aquello quedaron recuerdos –unos mejores, otros peores- e historias fantásticas,
divertidas o terroríficas. Una de las que me contaron tenía que ver con los caníbales
que tenían más cercanos: aquellos enterraban miembros amputados de sus víctimas
en el barro para conservarlos, y comían sólo a gente de su misma raza, por lo que
mis padres se creían a salvo (aún no sé si con razón). No es la única historia que
me contaron, pero tampoco es cuestión de enrollarme con esto.
La cuestión es que Manuel Moros Peña también cuenta este tipo
de cosas, y a pesar de ser difícil de creer no utiliza el morbo en absoluto pero
resulta igualmente interesante. Sirva el chiste para definirlo: el libro se devora.
Pero quizás lo más curioso de este libro es que en un momento dado llegas a “comprender”
a algunas tribus caníbales (entender, que no compartir) y aceptas su canibalismo.
Llama muchísimo la atención aquello de que ciertos padres se consideran afortunados
de que llegados a cierta edad sus hijos se los coman, porque de ese modo y en un
acto de amor, es mejor digerirlos que regalárselo a los gusanos. Cómo será esta
parte del libro que se me ocurrió la genial idea –y la compartí con mi familia-
de que una vez muerta podían incinerarme y hacerse una paellita salpimentada de
cenizas de Anika. No les hizo mucha gracia pero les dije que sería un acto de amor.
Fue entonces cuando me di cuenta de que aquel tipo de canibalismo era un acto muy
íntimo, de comunión, místico y amoroso.
De todos los tipos de canibalismo éste que he nombrado y el que vivieron los supervivientes
del accidente aéreo (deportistas y familiares) en los nevados Andes (¡Viven!) son los únicos que comprendo
y hasta podría compartir: existe en ambos la comunión, una experiencia de amor y
solidaridad que no existe en ningún otro tipo de canibalismo. En el resto, creedme,
no hay belleza ni comunión.
Y ya que he nombrado el caso de los Andes, comentaros que éste es uno de muchísimos
casos que se han dado y que aparecen contados en “Historia natural del canibalismo”
sin ningún tipo de morbo aunque sí bien detallados porque en muchos casos existen
testimonios, actas, etc….
Hay, no obstante, dos partes en el libro que a mí me han impresionado un poco más,
que de algún modo he dejado de “leerlos” para “verlos” y me han afectado de forma
distinta al resto de la lectura del libro. Una tiene que ver con los caníbales de
las islas Fidji, y la otra con el canibalismo de los
psicokillers (a pesar de que estoy acostumbrada
a leer y escribir sobre ellos en la web de
La Casa de Kruela, cuando llegué a la
carta que Albert Fisch envió a la madre de su víctima para contarle
lo que había hecho con su cuerpo, tuve que cerrar varias veces el libro para reponerme,
y fue esa frialdad terrible unida a las barbaridades que decía, lo que me hizo contener
la respiración).
La explicación de cómo se preparaba un ser humano para ser comido por los caníbales
de las islas Fidji es alucinante. Detallada, pero a la forma en que se contaría
una receta, esa misma frialdad propia del psicópata afecta de forma particular al
lector sensible, como una especie de desasosiego. Es curioso que el autor no quiera
ser morboso y en cambio esa misma forma fría de relatar cree el efecto contrario,
el de parecerse a un psicokiller :) Pero al mismo tiempo, esta forma impersonal
de narrar los hechos, hace que lo que leas te entre como una espada y prestes mucha
atención. Es entonces cuando damos más importancia a algunos detalles.
Un ejemplo que resulta impactante: estos caníbales llamaban a la carne humana “puaka
balava”, y al cerdo “puaka dina”, siendo la traducción de la carne humana “cerdo
largo”. ¿Cómo os quedáis? ¡No hablamos de personas y animales, hablamos sólo de
comida! Y lo peor de todo es que nosotros hacemos algo similar. Puede que esto parezca
exagerado, hasta que recordamos que a los cerdos los cebamos y luego gritan horrorizados
en el matadero antes de ser descuartizados y comidos. No, no soy vegetariana. De
hecho quizás porque soy carnívora entiendo a este tipo de caníbales, aunque ni por
asomo puedo compartir sus ideas. De alguna forma la mayoría de los hombres seguimos
separando al hombre del animal y seguimos alimentándonos de ellos.
En todo caso el acto final de comerse un muerto no me parece tan horroroso
ni terrible como la crueldad a la que se somete a estos cuando aún están vivos.
Una vez muerto puede servir de comida por distintas razones (aunque la de la gula
jamás la entenderé), pero ofrecerle sus horas finales de vida con las más crueles
torturas puede con mi razón, con mi sensibilidad y con mi comprensión.
Creo que os podéis hacer una idea de lo mucho que cuenta “Historia natural del canibalismo”,
lo que puede afectar su lectura e incluso lo que provoca: pensar, razonar, criticar,
autoanalizarse, preguntarse, responderse uno mismo… no puedo sino felicitar a
Manuel Moros Peña por una obra tan completa en todos los sentidos.
Y recomendarla, por supuesto, pero sólo a quienes se atrevan y a quienes tengan
la mente lo más sana posible (es decir, a quienes aún afecten estas historias).
Anika Lillo
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