Hagan juego

Opinión:

"Hagan juego" es la séptima entrega de la serie del subjefe Rocco Schiavone, cuyo autor, Antonio Manzini, es uno de los escritores más representativos de la actual novela negra italiana.

En la narración, el subjefe Rocco se enfrenta a un nuevo desafío para tratar de descubrir al asesino del trabajador, ya jubilado, del casino Saint-Vicent. Para ello cuenta con el dudoso talento de su equipo que, de todos ellos, el más capaz es Italo Pierron, y en esta ocasión, no será un buen ejemplo. Pero aun así, Rocco los dirigirá con astucia para superar sus limitaciones y aclarar el asunto.

El tema principal de esta gran novela es el mundo del juego; la atmósfera fascinante de los casinos, las apuestas excesivas que arruinan la vida a los jugadores, la fina línea que separa el negocio legal del juego sucio y la corrupción, pero sobre todo, refleja muy bien la psicología de los personajes absorbidos y dominados por este mundo de apariencias y codicias.

El subjefe Rocco, como en todas sus novelas, está en su estilo y fantástico. Inteligente, irreverente, gruñón y subversivo, pero capaz de darlo todo por aquello que él considera justo, y generoso con los que tienen su estima y confianza.

A lo largo de la obra, se hace referencia a situaciones que han pasado en anteriores historias del subjefe. Esto no impide entender y disfrutar de la trama de esta entrega, pero sí es cierto que, si no se han leído los libros previos, esas alusiones no se captan del todo, aunque se pueden ir intuyendo.

El final me ha parecido, haciendo un guiño a la historia, una jugada perfecta y muy inteligente, por varias razones. La primera, porque todas aquellas conclusiones de la investigación que pudieran estar "cogidas con alfileres", las transforma de tal manera que el lector ya no presta atención a esos posibles fallos y los consiente. Y la segunda, porque si quisiera el autor, podría permitirse una continuación de la trama en una futura historia.

La novela es genial y la he disfrutado muchísimo, porque el subjefe Rocco, por ahora, no defrauda. Y para terminar, me gustaría hacer referencia a la dedicatoria del libro, que además de bonita y poética, es muy alentadora.

M. Zeta