Grunewald en Oriente

Opinión:

La historia de un barrio se puede escribir desde una perspectiva urbanística o historiográfica, pero lo decisivo para su comprensión son las biografías de sus habitantes. Tomando esta idea como premisa, Thomas Sparr construye en "Grunewald en Oriente" un interesante recorrido cultural por el barrio de Rehavia, establecido como ciudad jardín a principios de los años veinte y convertido no mucho después en el epicentro de la comunidad judeoalemana de Israel. El autor trabajó en el Instituto Leo Baeck de la Universidad Hebrea de Jerusalén entre 1986 y 1989, años en los que pudo conocer a los últimos habitantes del barrio y recabar todo tipo de historias e informaciones que, con el tiempo, han venido a conformar un magnífico retrato de Rehavia y de sus habitantes, aquellos que la bautizaron como la "Llanura de Dios" o, en homenaje al distinguido barrio de la zona oeste de Berlín, como el "Grunewald de Oriente".

Aunque el ensayo explora también los orígenes urbanísticos del barrio, con el proyecto de Richard Kauffmann inspirado en las ciudades jardín europeas, el verdadero interés del autor recae en la reconstrucción emocional de Rehavia a partir de los testimonios de sus habitantes. De ahí que el punto de partida no se sitúe en un hecho verídico, sino en un encuentro ficcional entre algunos de los más importantes pensadores y artistas que hicieron del barrio su espacio de trabajo y de vida. Así, en las primeras páginas se nos relata el encuentro ficticio en el café Atara entre Gershom Scholem y un anciano Martin Buber; una conversación a la que paulatinamente se van uniendo otros contertulios como las escritoras Anna Maria Jokl, Lea Goldberg, Hannah Arendt -que se instala en Rehavia para informar acerca del proceso contra Adolf Eichmann- y Mascha Kaléko, el erudito Werner Kraft, los escritores Yehuda Amijai y Amos Oz o también Gad Granach, hijo del actor Alexander Granach.

A lo largo del ensayo, pues, asistimos a las relaciones que cada uno de estos personajes establece con el barrio de Rehavia y con el resto de sus habitantes, desde la casa en la que vivió Gershom Scholem junto a su esposa Fania hasta las crónicas de Lotte Cohn, los reportajes de Gabriele Tergit o el retrato generacional que escribirá Amos Oz en "Una historia de amor y oscuridad". Asistimos, de igual forma, a la construcción de un barrio desde los planos y proyectos de Richard Kauffmann hasta el levantamiento del Instituto Hebreo -con discípulos tan famosos como Dan Meridor, Reuven Rivlin o A.B. Yehoshúa- y de la Universidad Hebrea, situada en el monte Scopus. Presenciamos también las visitas de Franz Werfel y Alma Mahler, recibidos por el director de la Biblioteca Nacional, y también de Felix Salten, Manfred Sturmann y Arthur Holitscher, algunos de los cronistas que más tarde retrataron y escribieron sobre la Palestina judía.

En cualquier caso, creo que el auténtico atractivo de "Grunewald en Oriente" no es tanto el relato histórico y urbanístico como sí el censo de sus habitantes. En la segunda parte del libro, bajo el título de "Currícula en un barrio", Thomas Sparr indaga en torno al pensamiento y a la obra de esos distintos sujetos que dieron vida a Rehavia, empezando por Gershom Scholem y sus investigaciones cabalísticas y tejiendo, a partir de su figura, todo un relato que continuará con su madre, Betty Scholem, y con el club Brit Shalom (fundado por Arthur Ruppin e integrado por, entre otros, Ernst Simon, Hugo Bergmann y Hans Kohn). Nos encontraremos también en estas páginas con George Lichtheim, una suerte de discípulo de Scholem, y también con Werner Kraft, responsable de antologías de la literatura alemana reprimida en época nazi. A estos personajes los acompañarán otras, en segunda fila, como el poeta germanojudío Ludwig Strauss, el traductor Tobias Rübner, el bibliotecario Felix Weltsch -íntimo amigo de Max Brod- y el crítico literario Baruch Kurzweil. Unos y otros, bien con sus vidas o bien con sus obras, sirven en estas páginas para reconstruir la idiosincrasia de Rehavia, un barrio que tuvo mucho de espíritu nacional y que permitió asentar las bases culturales y emocionales del posterior estado de Israel.

Darío Luque