Estoicismo. De la stoa a Marco Aurelio

Opinión:

Hermida Editores, editorial que está construyendo un catálogo impresionante por su buen olfato a la hora de elegir qué publicar, vuelve a dirigir su mirada al mundo clásico y nos regala esta recopilación de textos de esa escuela de la Grecia helenística conocida como el estoicismo. Se trata de una filosofía que se adapta muy bien a la realidad actual, con esa pretensión de buscar soluciones individuales a los problemas colectivos.

En la antología encontramos textos de tres autores que fueron bien distintos por origen: Epicteto, esclavo que conseguirá la libertad y llegará a ser un filósofo consecuente e influyente. Marco Aurelio, quien fuera emperador de Roma entre los años 161 y 180 d.C., dedicado entre batalla e intriga política, a dejar por escrito su pensamiento filosófico en lo que finalmente compondrá su conocida obra Meditaciones. Séneca, el genial filósofo cordobés, que se moverá en la corte y bien pegado al poder, al que influirá grandemente.

Las páginas del libro regalan momentos iluminadores, magníficos, verdaderos aforismos para la vida diaria. El Manual de vida que recogieran los discípulos de Epicteto -él no dejó nada escrito- es precisamente eso, una guía del camino de la vida que es una auténtica delicia. Dividido en puntos breves, que actúan a modo de consejo rápido sobre cada uno de los aspectos de la existencia (la pérdida, la enfermedad, la espera, la dependencia, los insultos), ofrece consejos sobre cómo reaccionar ante cada situación que regalan modos de comportamiento y actuación ante lo que venga que hay que conocer. Se pueden extraer fragmentos aforísticos de mucho valor: "Recuerda que los insultos y las injurias no duelen, que lo que te duele es la opinión que te formas de ella…", "No te irrites si te enteras que alguien habla mal de ti. No te defiendas ni lo refutes, piensa sólo en la cantidad de defectos que tienes y que ha dejado de señalar." Epicteto nos pretende convencer, sobre todo, de que debemos dejar de preocuparnos por aquello que no podemos controlar. Lo que no está en nuestra mano no debe afectarnos, ya que no podemos hacer nada para que la situación cambie.

Marco Aurelio comienza sus Meditaciones con la humildad de comunicar de quién ha aprendido tantas cosas. En momentos como los que vivimos, en los que la gran mayoría de nuestros políticos y líderes no tienen ningún tipo de interés por la cultura ni manifiestan actividad intelectual alguna, leer las Meditaciones es un placer. Nos transporta al conocimiento de una mente privilegiada, que analiza la sociedad y el individuo con unas miras profundas, introspectivas y sabias. Insiste, como base del estoicismo, en esa idea de que hay que asumir lo que no se puede controlar: "¿Te ha ocurrido algo malo? Está bien. Todo lo que sucede quedó determinado desde el principio.El destino, y el control que se puede ejercer sobre él -más bien la asunción de que no se puede hacer nada al respecto- es también materia principal de las Meditaciones de Marco Aurelio que este volumen ofrece.

Séneca brinda la escritura más ambiciosa y literaria de los autores aquí contenidos. En el libro están reproducidas algunas de sus famosas Consolaciones, comenzando por la célebre Consolación a Marcia. Aquí ya el estoicismo toma una forma compleja, se dota de una fortaleza de discurso total y encuentra respuesta a un amplio abanico de necesidades de la especie humana. Ofrece una variedad de aspectos tratados mucho mayor, se ocupa de aconsejar en muchas más facetas de la vida. Leer a Séneca es un placer que ningún amante del pensamiento puede dejar pasar, y lo que aquí se ha extractado es un primer paso al filósofo muy recomendable.

Acabo esta reseña de un libro tan recomendable con unas de las palabras del cordobés que dan un tirón de orejas a los escritores oscuros, que solamente buscan el lucimiento propio y no que lleguen las ideas a los lectores: "No puedo soportar los libros cuya lectura parece exigir siglos de dedicación, cuyos autores no persiguen tanto ilustrarnos como ganarse un sitio en la fantasía de la posteridad" ¿Les remite este defecto a algún escritor muy reconocido?

Rafael Ruiz Pleguezuelos