Eso no estaba en mi libro de historia del espionaje

Opinión:

Un más que interesante ensayo que como siempre nos deja múltiples anécdotas, algunas notas de humor y el conocimiento en el que se han basado novelistas y guionistas para dar forma a los protagonistas que han jugado a ser espía. Aquellos personajes que implantaron los primeros servicios de espías hace ya unos cuantos siglos, cuando el mundo que hoy conocemos estaba en pañales, pero donde también tuvieron la necesidad de enterarse de los planes del enemigo, de una fórmula secreta o de donde se iba a producir el próximo ataque. Imagino a los romanos con sus tablillas tomando notas e, incluso, a los primeros pobladores escondidos descubriendo como su vecino conseguía hacer fuego.

También es esta una recopilación de cachivaches y artilugios impensables que han servido luego para los avances tecnológicos de nuestros días; un mundo aparte en el que los libros de ciencia ficción se han quedado siempre cortos, pues, como ya dijo don Sebastián en La Verbena de la Paloma respondiendo a don Hilarión "las ciencias avanzan que es una barbaridad".

Fuente de inspiración para cualquier libro de aventuras que se precie, novela de ficción histórica y, sobre todo, toda aquella donde los protagonistas se muevan por intereses militares; elementos que si lo pensamos recordaremos de nuestras lecturas sin apenas esfuerzo: una de romanos, Venecia en el siglo XIII, las guerras mundiales... En todas ellas ronda el tratado del estratega Sun Txu "El arte de la guerra", la estrategia es un arte del que vive el espionaje militar.

Espías que, en la mayoría de los casos, no sabían que lo eran ni que la labor que les habían encomendado fuese un eslabón trascendental dentro de una cadena; la información, buque insignia del espionaje y, en definitiva, del poder. Porque no solo se espía para ganar una guerra, también para ser el mejor en cualquier terreno, industria, deportes, finanzas, el control del comercio internacional..., lo que da paso a agentes dobles y a vendedores de información, por encima de creencias o patria.

Mi apetito lector ha sido alimentado durante este ensayo, siendo varios los asuntos que me han llamado la atención o que me han dejado con ganas de adentrarme en más historias, tramas y aventuras: Francisco de Quevedo, a quien me imagino ejerciendo su labor por toda Europa mientras que al resto nos hace ver que despotrica contra el rey Felipe II; o qué me decís del asesinato de Juan de Escobedo, el secretario de Juan de Austria, a manos de Antonio Pérez y con la más que probable participación de Felipe II; y para completar, el cardenal Richelieu. Además de una gran lista de personajes para todos los gustos: mujeres, comerciantes, músicos, actores, incluso religiosos; aquellos que más facilidad han tenido siempre para viajar y esconderse tras otra identidad.

En la parte final de esta historia del espionaje el tema se nos hace más cercano, los documentos cifrados manualmente quedan obsoletos con la inaugurada era de las computadoras. De la pionera Enigma, la máquina más famosa de la segunda guerra mundial, pasamos a acostumbrarnos a palabras con un uso normalizado como Big Data, metadatos o metainteligencia. También a la desinformación, a un nuevo sentido de los mentideros tradicionales que con el uso de las redes sociales y la rapidez de Internet se propagan con absoluta facilidad. Todos conocemos términos como fake news, troles, haters, o la expresión "miente, que algo queda".

Y como no todo puede ser ideal, el autor no desaprovecha la ocasión para contarnos alguna de las tantas meteduras de pata que los espías han cometido durante la historia, unas veces provocados por los servicios de inteligencia y otras por el contraespionaje o por meras casualidades. Los últimos atentados de principios del siglo XXI ponen de nuevo en duda la efectividad de estos servicios o, al menos, su verdadera finalidad; algo que como comenta el autor al principio, nos quedaremos con las ganas de conocer, porque si algo funciona es el hermetismo de sus secretos, "la información es poder".

Porlomenix