Ensayo sobre el estudio de la literatura

Opinión:

Entiendo y agradezco que la editorial Ediciones del Subsuelo se haya fijado en este texto del autor inglés Edward Gibbon (1737-1794), conocido sobre todo por su obra Decadencia y caída del imperio romano que publicara en 1776, pues son muchas las virtudes que atesora.

Este "Ensayo sobre el estudio de la literatura", que se nos ofrece en traducción de Antonio Lastra, es un texto de sus inicios, que sorprende por su modernidad. En la reseña que ya ha realizado Fernando R. Lafuente para ABC del libro, eligió como título "Sin clásicos no hay modernos", y me parece una forma estupenda de enmarcarlo. Efectivamente, este ensayo, pese a su antigüedad, sirve bien para ofrecer pistas al autor y crítico contemporáneo. Está escrito a partir de párrafos breves, con un ritmo de frase igualmente corto. El sentido está tan concentrado que muchos de esos pasajes parecen una colección de aforismos, desde su glorioso arranque con la afirmación: "La historia de los imperios es la de la miseria de los hombres." que ya hacía entrever lo que vendría después.

La idea fundamental del texto es la necesidad de volver siempre a los clásicos, entendiéndolos como la única fuente verdadera de la cultura occidental y de su arte. La clave de todo está en el respeto al clásico, pues todo se lo debemos a estos textos fundacionales de nuestra cultura y no hay nada que no pueda encontrarse ya en ellos. Gibbon indica por tanto un camino para ejercer la crítica literaria de la mejor manera, de modo que debe considerarse un libro de conocimiento imprescindible para filólogos y críticos literarios. Le preocupa qué materia es la que hace a un escritor inmortal, y dedica no pocos momentos del libro a definirla. Estamos por tanto ante una fiesta de la inteligencia y el amor por la literatura, en un texto que ofrece una sintaxis deliciosa.

El libro se encuentra además enriquecido por un prólogo completo y una bibliografía sobre el autor, a cargo del propio Lastra, que es ameno e interesante y te coloca en la mejor posición para disfrutar el texto.

Rafael Ruiz Pleguezuelos