En las cimas de la desesperación
Título: En las cimas de la desesperación
Título Original: (Sur les cimes du désespoir, 1934)
Autor: Emil Cioran
Editorial:
Tusquets
Colección: Biblioteca Emil Cioran
Copyright:
© 1990, Éditions de l'Herne
© 1991, Rafael Panizo (de la traducción)
© 1991, 2020, Tusquets Editores, S.A.
Traducción: Rafael PanizoEdición: 1ª Edición: Enero 2020
ISBN: 9788490667767
Tapa: Blanda
Etiquetas: dolor muerte ensayo filosofía literatura rumana reflexiones suicidios existencialismo pesimismo Alzheimer locura soledad nostalgia tristeza negativismo
Nº de páginas: 219
Argumento:
Con apenas veintidós años, el filósofo rumano Emil Cioran publicó en 1934 "En las cimas de la desesperación", una obra que se ha convertido a día de hoy en un clásico del pesimismo existencialista. Tras su escritura lírica y fragmentaria, Cioran esconde el grito desalmado de un hombre que ha perdido el rumbo de su existencia y, aun peor, que no desea recobrarlo. La muerte, la eternidad despiadada, ejerce una trágica atracción sobre el joven pensador, para quien vivir carece de sentido.
Cioran desarrolla extensamente su concepto de la 'desesperación' en relación con el sentimiento trágico de la existencia, el sufrimiento, el suicidio, la nostalgia, el silencio y la degradación. Asimismo, aprovecha para oponer estos conceptos con otros, como el éxtasis o la alegría, repudiados por su ausencia en la experiencia personal del filósofo.
Opinión:
Nietzsche, Heidegger y Sartre se habrían sentido orgullosos si hubieran podido leer las doscientas páginas que escribió en 1934 un joven rumano de veintidós años. Sin hacer mención directa a estos filósofos, Emil Cioran parecía rendirles homenaje no solo con el tono de sus textos, sino, sobre todo, por medio del pesimismo patente en su libro. Su éxito, en cualquier caso, iría desligado de aquellos maestros: los textos de Cioran, a diferencia de los filósofos mencionados, eran accesibles para cualquiera gracias a sus frases cortas, sentenciosas y casi aforísticas. Desde el primer capítulo, concebido como una declaración de intenciones, Cioran justificaba su escritura lírica y meditativa en base al sufrimiento, única experiencia individual que, según considera, permite al ser humano conectar con las profundidades de su ser y comunicarse de forma sublime.
Una vez justificada su escritura, Emil Cioran va directo al grano y verbaliza el pesar que lo acompañará durante toda su vida: "ignoro totalmente por qué hay que hacer algo en esta vida, por qué debemos tener amigos y aspiraciones, esperanzas y sueños. ¿No sería mil veces preferible retirarse del mundo, lejos de todo lo que engendra su tumulto y sus complicaciones?" La vida ha perdido su sentido; quizás nunca lo ha tenido para él, pues la existencia solo ha sabido recompensar sus pasos con dolor, sufrimiento y agonía. El primer movimiento filosófico que arguye Cioran en esta obra es, precisamente, la conversión de su experiencia individual en un principio universal: la desesperación ha de ser el baremo para todos los seres humanos, sin excepción. Solo valorando el sufrimiento se puede tasar la vida.
Pero, ¿en qué consiste el sufrimiento? Pues en desesperación, agonía, tristeza, melancolía, nostalgia. Son muchos los conceptos que va esgrimiendo el filósofo, al mismo tiempo que los describe y cataloga: la agonía como combate para quien ha sido martirizado en vida, la desesperación como expresión orgánica de lo grotesco, la melancolía como miedo estético ante la infinitud del mundo y la finitud del ser humano. Quizás los que más llaman la atención, por su notable presencia en el mundo moderno, son precisamente los más corporales: la enfermedad, la locura y el suicidio. Sobre la locura, Cioran abandona cualquier visión idealista de raigambre cervantina y propone que solo la pérdida de la razón puede desnudarnos de todo aquello que nos individualiza en el universo. En cuanto a la enfermedad, el filósofo rumano insiste una y otra vez en la imagen del enfermo como el mayor de los sufridores, pues, a pesar de que la vida es un continuo morir, solo el enfermo vive en todo momento al borde de la muerte.
"Solo admiro a dos categorías de personas: quienes pueden volverse locas en cualquier momento y quienes son capaces en cada instante de suicidarse", dice Emil Cioran. Y esas son, en efecto, las dos imágenes que mejor ejemplifican su renuncia a la vida: la locura y el suicidio. Sin embargo, el alzhéimer le impidió ejecutar su premeditado plan de quitarse la vida, y esta enfermedad, que comporta un lento abandono de la razón, terminó siendo el colofón a una vida de desesperación.
Darío Luque
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