Anika entre libros

El visitador. La geografía del dolor

Ficha realizada por: Belén Flores
El visitador. La geografía del dolor

Título: El visitador. La geografía del dolor
Título Original: (El visitador. La geografía del dolor, 2024)
Autor: José A. Fortuny Pons
Editorial: Letrame


Copyright:

© José Antonio Fortuny Pons

© Derechos de edición reservados. Letrame Editorial

Ilustraciones: Color
Edición: 1ª Edición: 2024
ISBN: 9788411819275
Tapa: Blanda
Etiquetas: cárcel personajes reales derechos humanos drama expediciones ficción histórica histórica narrativa literatura española novela valores siglo XVIII hambre emociones hospitales miseria rebeliones libertad novela social respeto
Nº de páginas: 263

Argumento:

En 1772, en una convulsa Europa, un noble inglés llamado John Howard abandona la comodidad de su mansión y se embarca en un frenético viaje por toda Europa. Pretende mejorar las condiciones de vida de las prisiones y recintos hospitalarios, lugares en los que los abusos y epidemias arrasan con las esperanzas de salir con vida de allí.

Acompañan a Howard en esta cruzada su sirviente, Thomasson, y una enigmática mujer, Camille. No tardarán en darse cuenta de que les siguen; son muchos los enemigos del noble interesados en que la expedición fracase.

Entre los viajeros se desatarán las sospechas y la tensión, y, conforme las relaciones entre ellos se vayan estrechando, también eclosionarán las palpitaciones sentimentales, confusas, perturbadoras y difíciles de dominar.

Durante el trayecto, los expedicionarios sufrirán los rigores del tiempo y sortearán múltiples peligros; conocerán a personajes ilustres como Diderot o Mozart, que les insuflarán optimismo, pero también serán testigos de lo peor de la condición humana.

Tal cúmulo de vivencias los transformará, derribará estructuras internas y dilatará la percepción de sí mismos y del mundo. Conforme el coche de caballos se abra paso, las carcajadas de los adversarios de Howard, de los custodios del orden establecido, enmudecerán y el temor aguijoneará tantas miradas perplejas.

¿Conseguirá un hombre cambiar los cimientos de la sociedad?

 

Opinión:

 

"El visitador" es una novela de ficción histórica, ambientada en el siglo XVIII, basada en un personaje real, John Howard, sheriff de Bedford, una figura bastante desconocida pero cuyo legado ha hecho que sea uno de los principales defensores de los derechos humanos. Concretamente, su lucha estuvo centrada en mejorar uno de los graves problemas sociales de la época como era la insalubre situación de las prisiones, lugares idóneos para que abundaran la pobreza, la marginación, paredes húmedas, olor a rancio, alaridos de presos muertos de inanición en pocos meses, o presos deformes por los abusos y las torturas aplicadas para obtener confesiones. "Factorías de sufrimiento" de las cuales era muy difícil salir vivo, más que nada porque lo común era agarrar una de las graves epidemias que proliferaban entre sus muros y no tener la posibilidad de volver a ver la luz del sol.

John Howard fue un hombre caritativo y de fuertes convicciones religiosas. Era viudo, y a raíz de una historia de la que conoceremos solo pinceladas, vivía en su propio mundo personal encerrado entre unos muros construidos entre él mismo y el mundo exterior muy difícil de derribar. Proyecta una imagen de autosuficiencia entregado en cuerpo y alma a su trabajo sin permitirse estímulos placenteros, huyendo de su corazón y sus sentimientos. Era frío como un témpano.

Durante los 30 años que duró su labor, visitó numerosas prisiones y hospitales, llamados antes lazaretos, con el fin de combatir las injusticias en sus muros e introducir un poco de dignidad. En sus viajes recogía ideas reformistas, y otras muy básicas… como los beneficios de la alimentación para paliar las hambrunas u otras enfermedades, y buscaría referentes para impulsar una ley en el parlamento que pudiera cambiar esta situación. Su periplo empezó visitando las prisiones de Londres, la siniestra Bastilla, la más famosa de las cárceles de Francia, París, Florencia, Milán, Alemania, llegando hasta Constantinopla. Pero, para nada será un camino de rosas. Se encontrará con numerosas trabas, bien con tintes políticos, como cuando llegaron a tratarle como moneda de cambio para que Francia demostrara su poder político sobre su rival; o cuando le ponían entre las cuerdas alcaldes o emperadores que no iban a consentir que fuera divulgando lo que escondían en su país. O con tintes más simples, económicos, pues las prisiones eran instituciones privadas donde los presos eran quienes sufragaban su propia manutención y además pagaban el salario de sus carceleros; eran un negocio, por lo que, mientras se ganase dinero así, ¿para qué acometer mejoras?

Entre medias de la acción, nos adentraremos en el ambiente histórico de la época; los cambios que estaban transformando Europa y el mundo; la incipiente entrada del movimiento ilustrado, la razón, la tolerancia, la libertad vs la caída progresiva del absolutismo que empezaría con la derrota de Francia en la Guerra de los Siete Años que supondría la pérdida de sus colonias en América y la India. Incluso nos cruzaremos con interesantes personajes que tuvieron su lugar en la historia: Charles Dickens, Augusto Parmentier que trae hasta nuestros días el famoso puré de patatas, Voltaire, o el mismísimo Mozart.

Afortunadamente para él, no andará solo en el camino. Le acompañarán Thomasson, su ¿leal? Sirviente; y Camille, una mujer francesa de "ojos melancólicos" que se cruza en su camino ¿por casualidad? y quién le haré una tentadora propuesta que podría serle de utilidad en su objetivo, y así se convierte en su bienhechor. Camille es una mujer aparentemente vulnerable, pero extrañamente culta si se tiene en cuenta cómo apareció, con una emotiva historia detrás. Una superviviente de la vida que tendrá un gran protagonismo en la última parte de la trama, donde, por un giro del destino, una carta en sus manos haría que Howard se hundiera en eso que trataba de evitar, suponiéndole un durísimo golpe con el que nos adentraremos en su historia personal. Quizá sus viajes no solo los hacía para aliviar el sufrimiento ajeno, sino el suyo propio.

Una emotiva historia con una prosa muy ágil y entretenida que, aunque se detiene poco en su etapa en España, también nos dejaría su impronta, concretamente en Mahón, en una fortaleza sanitaria ubicada en el puerto por la que pasaron cerca de 400 mil personas y desde el cual se hacían controles a los barcos sospechosos de portar enfermedades contagiosas. Hoy en día se puede visitar y conocer más de su función de dichos emplazamientos.

Por último, no podemos pasar por alto la mención del autor, José Antonio Fortuny Pons quien, con esta obra, ha conseguido uno de los hitos personales más importantes si tenemos en cuenta la situación específica en la que se encuentra. Siete han sido los años de su dedicación plena entre trabajo de documentación y escribir el relato.

Enhorabuena, y gracias.

 

Belén Flores

 

 

 

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