El perfume de la existencia

Opinión:

En IbnʿArabī es sencillo sentirse cómodo con independencia de nuestras creencias, y a través de su biografía -un mar en calma capaz de acercar la orilla de Dios y la del hombre- es fácil dejarse seducir por personalidades singulares de una maravillosa profundidad espiritual.

No obstante, más allá de su etopeya y pese a los ocho siglos que nos separan, en el análisis de sus teorías y de su ideario encontramos una de esas escuelas de vida a las que conviene no faltar. Una aproximación guiada a su personalidad y pensamiento -obligatoria dada la diferencia idiomática entre IbnʿArabī y el lector actual- nos ayuda a apreciar y valorar la fugacidad de la vida y el carácter sagrado de todo aquello que nos rodea, incluida nuestra propia naturaleza, y a entender que hacer el bien es tan necesario como marchar en paz para que nadie repare en nuestra ausencia.

La recuperación de la figura de IbnʿArabī y la difusión de su obra no obedecen ni a una mera cuestión cultural ni al afán inútil de nacionalistas desorientados. Representa una empresa universal con profundas connotaciones morales en un mundo carente de paz y falto de razón y espiritualidad.

Al resumir "El perfume de la existencia" me preguntaba si el libro era o no recomendable teniendo en cuenta aspectos como su utilidad, el interés que pueden suscitar IbnʿArabī o su modo de entender la religión y la complejidad del lenguaje en el marco de un texto donde se abordan temas espirituales, metafísicos y filosóficos.

Sin embargo, tras leer la obra de Fernando Mora me atrevo a decir que conocer la vida y el pensamiento de IbnʿArabī es una cuestión imprescindible dado el caos ético en el que nos hemos sumido y el riesgo permanente de que este se agudice.

En cuanto al lenguaje, en una época como esta, donde las imágenes hablan en términos carentes de sentido, cualquier exposición lógica corre el riego de ser desechada; pero en el caso que nos ocupa, no hay lugar para artificios filosóficos incomprensibles. Estamos, no cabe duda, ante una lectura que simplemente precisa de nuestra atención y calma.

Si el lector está dispuesto a pasar su tiempo con un místico andalusí que vivió entre los siglos XII y XIII, injustamente olvidado por nuestra historiografía y admirado en todos aquellos lugares donde el Islam está presente, tiene una cita obligada con "El perfume de la existencia". De la misma forma, de entre sus páginas brota la paz y más de un motivo de reflexión sobre nuestro crecimiento espiritual. No es que el murciano pensara en nosotros, no, y creo no errar al decir que tampoco escribió pensando en la mayor parte de sus coetáneos, pero de sus escritos se desprenden enseñanzas que nos invintan a aceptar una mejora personal innegociable. Seguramente él nunca persiguió que fuésemos un Corán o una Biblia de carne y hueso, pero admitir que el mensaje de un hombre no ha muerto después de ocho siglos es motivo suficiente para conocerlo.

Jorge Juan Trujillo Valderas