El odio mueve el mundo

Opinión:

Es difícil encontrar en estos días algo que sea políticamente incorrecto, así que chapó por Arnau Blanch, que se ha atrevido a escribir una novela con un protagonista machista, xenófobo, homófobo, ladrón, maltratador y drogadicto. Y chapó por Roca Editorial por publicarlo.

Ado es el narrador y suelta barbaridades desde el primer momento. Es un personaje brutal que solo piensa en sí mismo y sus relaciones son con gente a la que le resulta fácil manipular. Su amigo Ven es un joven gay al que intenta "reconducir por el buen camino", y su novia Mía, a la que ha aislado, nunca ha sido capaz de rebelarse contra él. Por eso, le pilla de sorpresa que decida fugarse con una china y, en su distorsión de la realidad, da por hecho que la han secuestrado en una conspiración mundial y que debe rescatarla en un acto heroico.

Emprende su gesta con una bicicleta robada al padre de Ven, y en su primer día se topa con un joven que trabaja en una gasolinera pero que quiere grabar documentales y ve en él una oportunidad. Convertido en su Sancho Panza particular, se encarga de grabarlo todo y compartirlo en redes. Por otro lado, su abuela, aunque resentida porque le robó el piso y la metió en un asilo, cree que el viaje le vendrá bien para cambiar su forma de ver el mundo y decide ayudarle con la condición de que la llame para contarle cómo va todo y que le haga un favor cuando llegue a Turquía (un favor que traerá una gran sorpresa).

La gesta quijotesca en la que se embarca es muy divertida. Hace continuas paradas para emborracharse y fumarse un piti, buscando oportunidad para usar drogas más duras. Además, su forma de ser y su racismo (que no cambia ni un ápice cuando sale de España y se va "alejando de la civilización e internando en la barbarie") le llevan a meterse en situaciones muy absurdas, aunque grabadas le hacen quedar siempre como una especie de loco defensor de causas que detesta.

La verdad es que no pude parar de leer y que el final, que me daba un poco miedo, se resuelve muy bien, así que no puedo sino recomendar esta divertida, irónica y crítica novela.

Déborah F. Muñoz