El Libro de las cosas nunca vistas

Opinión:

Aunque resulte prematuro afirmarlo, el lector puede hallarse ante un futuro clásico de la literatura inglesa. De principio a fin, uno tiene la sensación de estar leyendo una obra casi perfecta, bien planteada, bien expuesta. En algunos momentos falla, como cualquier ser humano haría, pero su estructura, sus personajes, su filosofía, sus planteamientos literarios y humanos son más que notables. Y más si trata sobre temas tan universales como la vida o la religión.

Para empezar, de una forma enigmática pero magistral, la obra es capaz de mantener la tensión sin que haya nada de acción o de extrañeza. Pronto los oasianos aparecen y no hay ninguna caja de Pandora que abrir. No hay ningún asesinato, ningún secreto, ninguna mentira, ningún sitio secreto. Mas las páginas van transportando al lector sin saber por qué, sin realmente querer esclarecer nada. El lector nota la constante necesidad de saber cómo acabará Peter Leigh al final de la obra, si cuerdo, si regresando a casa, si viviendo con los oasianos,… La grandeza de una obra literaria pasa (y más actualmente) por poseer esa habilidad de enganchar al lector hasta el último renglón.

Luego está toda la carga filosófica y cristiana que pesa en la novela. Es abundante y prácticamente presente en cada uno de los párrafos, mas en ningún momento se hace pesada o hastiosa. Es más, activa al lector a la reflexión también y a plantearse cuestiones humanitarias y vitales. La originalidad de mezclar ciencia ficción con religión (haciendo a ésta precisamente partícipe) no puede provocar sino cavilaciones y cábalas de lo que implica ser un ser humano, con sus sentimientos, sus caprichos y sus efectos dañinos sobre la naturaleza. En especial rumia sobre la validez de la fe cristiana. De cuando en cuando Peter se ve enfrentado en una especie de contienda entre los oasianos, borrachos de fe ciega en Jesús y Dios, y las desgracias constantes que le ocurren en su relación decadente con su esposa, padeciendo en la Tierra.

Pese al asustadizo grosor de la novela, que echaría atrás a cualquier lector con cierta pereza a leer libros de muchas páginas, el lector debería darle una oportunidad y embarcarse en una aventura religiosa en el espacio. No tiene ninguna pérdida.  

Cristià Serrano