El juego del matrimonio

Opinión:

"El juego del matrimonio" es un libro con tantos elementos que es difícil aburrirse, aunque el planteamiento de inicio es un poco rebuscado. La trama romántica es de rivales a amantes, con dos protagonistas que son como el agua y el aceite: ella es caótica, dulce y espontánea con un trabajo que busca ayudar a otros a encontrar empleo, mientras que él es duro, obsesionado con el control y muy focalizado con un trabajo que consiste en despedir a la gente.

El roce entre ellos es inevitable desde el primer momento, y además tenemos una clara evolución en el personaje de Layla, que empieza la historia perdida tras lo ocurrido en Nueva York, con poca seguridad en sí misma, y florece a lo largo del libro ganando seguridad en sí misma y superando las barreras sentimentales que la estaban bloqueando.

La dureza de Sam, por su parte, se compensa para el lector conociendo sus motivos para ser así (su culpa por no haber podido detectar las dobleces del marido de su hermana, un maltratador que la dejó en silla de ruedas, y su deseo de venganza) y sabiendo que, aunque quiere echarla del despacho, tiene una vena protectora que le incita a acompañarla a sus citas con los posibles maridos por conveniencia para evitar que le pase lo mismo que a su hermana. Comete sus fallos, claro, pero se le perdonan porque tiene buenas intenciones.

Por otro lado, es interesante que todo se desarrolle dentro un contexto de gente de origen indio. Hay numerosas referencias culturales y todo el tema del matrimonio de conveniencia es algo de actualidad en esa cultura, así que no queda forzado. Hay detalles no me cuadraban demasiado, pero de todas formas no conozco tan a fondo a los hindúes como para decir si es cosa mía.

En cuanto al libro en sí, es muy fresco y ameno, aun abusándose de los malentendidos. Los posibles pretendientes, algunos de lo más excéntricos, dan pie a muchas escenas divertidas, así como el personaje de Daisy y el resto de la familia de Layla, cariñosos, caóticos y excesivamente entrometidos. Los diálogos entre Layla y Sam también son bastante buenos, aunque la atracción sexual es demasiado evidente desde el principio y las escenas de sexo a veces cortan el ritmo. Además, desde el momento en que se enmaraña todo hasta el final pega todo un gran bajón, a pesar de lo cual no le bajaría demasiado la nota, porque lo he disfrutado mucho.

Déborah F. Muñoz