El hombre invisible

Opinión:

Una de las obras canónicas de la década de los cincuenta, uno de los clásicos norteamericanos del siglo veinte y de la historia de la Literatura. Se trata de uno de esos libros que durarán y perdurarán por su contenido, su estética, su mensaje y su narrador. De principio a fin. Ganó el premio National Book Award en 1952, y seguramente se quedó corto en galardones. 

Ralph Ellison fue un hombre muy involucrado en el mundo de la política y de la igualdad social. Él mismo fue un hombre de raza negra, como el protagonista sin nombre que viene a simbolizar todos esos hombres de raza negra que sufrían la desigualdad de derechos y de trato social en los Estados Unidos de mediados del siglo veinte. Tiene un inicio prometedor, muy reflexivo, que pese a que relate el final de la historia, invita muy inteligentemente al lector a descubrir por qué el narrador ha optado por aceptar y adoptar su invisibilidad. La intriga, el suspense, la emoción transpiran por doquier, con un narrador perspicaz, joven y ambicioso que convence y provoca empatía a cualquiera por su carácter afable e inocente. El dinamismo de la narración, además, ayuda a que no acabe nunca de producirse el tedio. Y si bien está abarrotada de reflexiones, cavilaciones y pensamientos, la acción no se detiene y siempre acontecen problemas o imprevistos.

Posee una riqueza literaria que el lector no debería desperdiciar para descubrir una de las grandes obras literarias. Si se lee en grupo o con otra gente, se pueden crear fructíferos y ricos debates literarios prácticamente sin fin, puesto que el tiempo apenas ha pasado para esta novela de más de medio siglo y aún, hoy en día, sirve para describir y analizar la situación social y política estadounidense.

Una obra extensa pero completa y compleja. Un narrador sin nombre. Un narrador individual y plural a la vez. Perder su lectura es perder una oportunidad de enriquecerse a nivel literario y a nivel personal.

Cristià Serrano