El final del ave fénix
Título: El final del ave fénix
Título Original: (El final del ave fénix, 2008)
Autor: Marta Querol Benèch
Editorial:
Zeta Bolsillo
Copyright:
© 2008, Marta Querol Benèch
Edición: 1ª Edición: Noviembre 2011ISBN: 9788498727166
Tapa: Blanda, bolsillo
Etiquetas: drama literatura española novela dramática
Nº de páginas: 528
Argumento:
Un mujer fallece víctima de un cáncer incurable. Su hija desea que ella tenga la despedida que se merece. Comienza así la crónica no sólo de Elena Lamarc sino del resto de su familia. Paralelamente, se nos relatan los principales acontecimientos protagonizados por otra familia, los Company, ya que Carlos, uno de los hijos, tendrá una importancia decisiva en la vida de Elena, una chica que pelea con uñas y dientes por convertirse en una mujer independiente, con estudios y trabajo. Pero sus planes por conseguir una vida propia no son bien vistos ni por su padre, un vividor adicto al "donjuanismo", ni por su madre, una hermosa dama tremendamente superficial y sólo preocupada por mantener las apariencias. La joven únicamente encontrará un apoyo fuerte en Clara, la criada principal de la casa y en Carlos Company, un muchacho inquieto y emprendedor.
Novela finalista Premio Planeta 2007.
Opinión:
El final del ave fénix es lo que
yo llamo una novela con mayúsculas. Marta Querol consigue un texto
de una belleza narrativa maravillosa, impactante, adictiva. Lo
cuento tal y como me sucedió: empecé a leer y me enganchó de tal
manera que me molestaba tener sueño ya que dormir me impedía seguir
leyendo, tenía que ir a trabajar y me fastidiaba muchísimo tener
que interrumpirla, paralelamente debía leer otras cosas, porque el
tiempo apremia y los compromisos adquiridos son muchos y muy
diversos, y quería terminar los otros libros lo antes posible para
volver a retomarla; conforme más iba leyendo más me iba interesando
por la suerte de los personajes y por cómo estos resolverían o no
sus conflictos.
La novela tiene un comienzo muy fuerte, muy intenso, que a mí al
menos me impactó profundamente. Lo terminé con lágrimas en los ojos
pero incluso antes de llegar al final, durante la lectura había
ocasiones en que me resultaba imposible continuar pero no por que
me pareciera triste, sino de pura emoción estética. Pienso que
pocas veces se ha narrado con tanta autenticidad el sufrimiento de
una persona y de los que la rodean provocado por una enfermedad
incurable, en este caso el cáncer. Pienso que habrá muchas personas
que se sientan perfectamente reflejadas o identificadas con lo que
se describe y cuenta en ese magistral comienzo.
Pero pienso además que independientemente de que mucha gente se
pueda sentir más o menos reflejada o identificada con lo que Marta
nos cuenta - que creo que sí, que ese factor es importante - la
emoción surge por cómo lo cuenta. En mi caso, la emoción afloró no
porque me sintiera identificado sino más bien por el modo con que
está descrito todo: situaciones y sensaciones, lo de fuera y lo de
dentro. De igual modo, el sentido último o principal de la novela
me ha parecido precioso: contar la historia de esa persona que
acaba de fallecer como homenaje póstumo a una mujer excepcional.
Pienso además que este prólogo me sirvió para desatascar las
tuberías de mi propia emoción que quise reprimir - por una serie de
circunstancia que no viene al caso - en exceso estos días y que
gracias a ese texto por fin consiguió fluir con libertad. Así que
efectivamente la cosa comienza muy bien pero la pregunta que me
planteé enseguida fue: ¿será capaz la joven autora de mantener ese
grado de intensidad durante toda la novela? ¿Esa fuerza? ¿Ese
interés por el transcurso de los acontecimientos? La respuesta es
rotunda: Sí.
"El final del ave fénix" recupera la
narrativa clásica de esas historias familiares que escuchamos
embobados de labios de nuestras abuelas. Tras un prólogo contando
en tono intimista y en primera persona, la novela es narrada en
tercera persona, trasmitiendo así esa sensación de "historia
contada" al calor de una chimenea pero sin paternalismo ni
cursilería.
La narración aun teniendo claras raíces clásicas o decimonónicas
huye en todo momento de lo Galdosiano, es decir de la descripción
escrupulosa y minuciosa de ambientes, paisajes o personajes. Marta
Querol opta por la claridad y por despojar al texto de
excesos o elementos innecesarios, dotándolo de una gran agilidad a
la hora de contar. El narrador toma distancia con lo que nos cuenta
de tal modo que no opina sobre los personajes ni hace ningún tipo
de juicio de valor ni adelanta acontecimientos. Se implica en la
historia desde la memoria de algo que seguramente le contaron pero
sin juzgar ni condicionarnos. Es el lector el que debe sacar sus
propias conclusiones sobre cómo son los personajes a través de dos
vías principales: lo que hablan (los diálogos) y lo que hacen
(acciones, reacciones, cómo solucionan sus conflictos, etc.). Así
narrador y lector se encuentran en igualdad de condiciones, ninguno
sabe más de la historia o de los personajes que el otro,
compartiendo idéntico punto de vista. De este modo se consigue en
primer lugar una mejor identificación por parte del lector con lo
que se está contando y por otro lado, una tipo de narración más
pura, que entronca con lo más profundo de nosotros mismos ya que
recupera de alguna forma el carácter de narración contada al calor
de una chimenea, aquella que entronca directamente con nuestra
propia historia familiar, aquella que nos contó nuestra abuela
cuando éramos niños o adolescentes y que jamás olvidaremos.
En ese sentido, la novela no deja respiro al lector. Los
acontecimientos se van sucediendo a ritmo vertiginoso, sin caer en
inoportunas paradas o en divagaciones inútiles.
Es también una narración de personajes y Marta
Querol consigue que nos encariñemos rápidamente con ellos, que
nos interesemos por su suerte. Necesitamos apoyar a Elena en su
lucha por conseguir su auto independencia, queremos que se de
cuenta de que el joven que la pretende es efectivamente un
sinvergüenza y que se fije de una vez en Carlos, que en realidad el
chico que le conviene, nos indignamos con algunos hechos (la
paliza), no entendemos la torpeza de otros (el viaje a
Barcelona)... pero sea como sea nos sentimos tan atrapados por la
historia que no podemos parar de leer. Necesitamos seguir
participando de las peripecias, acompañarlos en sus particulares
odiseas.
En el capítulo final se cierra por completo el círculo. La madre
fallecida consigue de parte de su hija el más entrañable y el mejor
de los regalos, recuperando de nuevo la emoción primigenia, sin
trucos ni trampas de novelista barata, sino de la autenticidad y
desde el corazón, desde la emoción del que sabe de lo que cuenta
porque lo ha experimentado o sufrido en su propia piel. Y cuando
las cosas se narran desde el interior siempre o casi siempre
consiguen emocionar al lector ya que éste las percibe como muy
auténticas, como muy verdaderas.
Joseph B Macgregor
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Comentario de los lectores:
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