El extraño mundo de tus sueños. Biblioteca de cómics de terror de los años 50. Vol 7

Opinión:

Los años 50 fueron para los cómics en EEUU una época de experimentación, de búsqueda de nuevo material que permitiera a los editores y a los autores ocupar una cuota de mercado en los quioscos y demás puestos de venta. Muy pronto, en esa misma década, comenzaría la censura de la que ya hemos hablado en otras reseñas de esta colección. 

Eran años en los que el cómic de superhéroes estaba de capa caída, y muy pocos de los creados a finales de los años 30 sobrevivían a duras penas. Había sido el final de la llamada época dorada; en pocos años comenzaría la que se ha dado en llamar la edad de plata. Pero entre ambas épocas, el hueco que dejaron los superhéroes tuvo que ser llenado, y comenzaron a surgir cantidad de líneas de cómic para intentar ocupar ese nicho. Y, como hemos dicho, en breve la censura haría acto de presencia y malograría gran parte de esos esfuerzos.

Entre los autores/editores que se afanaban en ese medio, estaban Jack Kirby y Joe Simon, que ya habían dado el campanazo, juntos o por separado, en el cómic de superhéroes (y asociados). Sin ir más lejos, recordemos que son los creadores del Capitán América, Challengers of the Unknow, Fighting American, etc, además de haber trabajado con otros personajes, tanto de Timely Cómics (Marvel) como de National Cómics (DC). Posteriormente, su trabajo será mucho más relevante, en especial el de Kirby, prácticamente arquitecto del Universo Marvel, y de gran parte del de DC. Pero en aquellos tiempos tocaba fajarse e intentar encontrar un segmento de mercado en el que poder subsistir.

Así, uno de los colaboradores del estudio de Simon y Kiirby, Mort Meskin, les sugirió una línea de cómics basada en el mundo de los sueños. Según se comenta, Mort pasaba períodos de tiempo en manicomios, y entretenía a sus compañeros del estudio con sus experiencias. Todo eso, más su conocimiento de la obra de Sigmund Freud, la terapia que siguió según Wilhem Reich, etc, le "sugirió" la idea de la interpretación de los sueños. Y, si conocéis parte de la obra y de las obsesiones de Kirby, podéis suponer que la idea fue bien recibida; tanto, que el nombre de Mort Meskin es el único que aparece como productor asociado al de Kirby y Simon.

La idea era que Richard Temple, un especialista en sueños, analizara los que enviaran los lectores. Evidentemente, esto era una estrategia de marketing, a la que los editores tuvieron que añadir un aviso en precaución de posibles acciones legales. Cada número se componía de un par o tres de historietas más largas, en una de las cuales intervenía Temple (normalmente realizadas por Kirby y Simon), y otro par un poco más cortas en las que Temple analizaba los sueños enviados por los lectores, realizadas normalmente por los autores del estudio de Kirby y Simon. Las acompañaba un relato que protagonizaba Temple (esto parece ser que era para tener una categoría concreta en correos que les permitía un ahorro en los envíos).

Historietas de fantasía, incluso de terror, la mayor parte de las veces; esto hizo que alguna vez se reciclara alguna historia de la línea hermana Black Magic o que, una vez se cerrara la otra, alguna historia se pasara a BM. En los últimos números se añadió una pequeña sección de horóscopo, supuestamente para captar a los lectores que en esos momentos se estaban interesando por ello, pero que daba más la impresión de haber sido rescatados de algún archivo para rellenar.

Se inicia el tomo con un gran artículo, por extensión, e interés, de Carig Yoe, ganador del premio Eisner, sobre los sueños, los cómics que lo han tratado (con especial énfasis en Little Nemo in Sumberland, y Dream of the Rarebit Fiend, de Winsor McCay). Analiza también las portadas de la serie, así como algunas ilustraciones que se quedaron sin publicarse al cierre de las líneas; todo ello muy interesante, casi una lectura que bien podría ser independiente del resto.  

Historia "viva" del cómic, surgida del estudio, y de las plumas de dos de los grandes del cómic y de sus colaboradores, que no consiguió encontrar su hueco en su momento y cerró a los pocos números, pero que hoy en día adquieren un renovado interés y que no dudo en recomendar, tanto por el material en sí, como por sus autores.

J. Javier Arnau