El escondite de Grisha
Título: El escondite de Grisha
Título Original: (El escondite de Grisha, 2011)
Autor: Ismael Martínez Biurrun
Editorial:
Salto de Página
Colección: Púrpura
Copyright:
© Ismael Martínez Biurrun, 2011
© Salto de Página, S.L., 2011
ISBN: 9788415065173
Tapa: Blanda
Etiquetas: catástrofe chernobyl chernobil Rusia energía nuclear desastres criminales asesinos psicópatas sociópatas género negro más allá fantasmas espíritus misterio narrativa intriga literatura española terror miedo horror thriller contaminación nuclear
Nº de páginas: 251
Argumento:
Cuando Olmo empieza a trabajar en la biblioteca conoce a un niño
muy especial que tiene la capacidad de quedar bajo un estado
alterado de conciencia y conectar con otro niño que vive a miles de
kilómetros de distancia. Otro niño que tiene su mismo nombre, un
niño al que cree que le ha robado la vida.
El pasado oscuro de Olmo resurge en su mente cuando conoce al
pequeño Grisha, y tras cometer juntos un inesperado asesinato
marchan a la búsqueda del origen del pequeño huérfano. Con esta
búsqueda Olmo espera, también, encontrar sus propias
respuestas.
Opinión:
He dicho muchas veces que el tipo de libros que me gustan
especialmente y que suelo recomendar no tienen nada que ver con el
prototipo de libro que habitualmente se ve en estanterías y se
venden por la portada o por un argumento en principio entretenido
pero que luego, tras la lectura, se queda en una historia más (que
no está mal para entretenerse, pero a mí no me transmiten lo
suficiente como para recomendarlos). Para que yo recomiende una
novela con pasión, ésta tiene que movilizar mis sentidos. Sobre
todo mis neuronas. Debe sacudirme o hacerme pensar, sorprenderme,
demostrarme que existen muchos puntos de vista o que debemos tener
la mente abierta. El autor tiene un cometido importante si quiere
deslumbrarme. Soy buena lectora, no suelo leer libros con el único
afán de buscarle fallos a estos aunque los vea -como sí hacen
algunas personas- porque creo que esa no es la tarea de un lector.
Por eso, si yo recomiendo un libro -y de mis muchísimas lecturas
anuales suelen quedar muy pocos en lista- es porque ha conseguido
lo que espero de la obra.
En el caso de "El escondite de Grisha"
de Ismael Martínez Biurrun se unen
varias de las cosas que espero de un libro, pero sobre todo una que
me parece muy interesante: una historia, dependiendo de cómo te la
cuentan, puede tener varias lecturas. El autor puede contarte algo
y dejar por escrito una pequeña frase que de un vuelco a lo que
estás leyendo. Puede confirmar tus sospechas o sorprenderte, puede
también confundirte y obligarte a implicarte aún más en la
historia... Posiblemente no lo hace con la intención que supones,
pero tú como lector entras en ese juego de leer y entender más de
lo que te cuentan incluso antes de leer esa frase, y de pronto te
percatas de que eso que te cuentan puede ser a, o b, o incluso c,
tres posibilidades y las tres interesantes (¿ha imaginado a casi
todos los que le rodean? ¿es esquizofrénico? ¿tiene personalidad
múltiple? ¿mi exceso de imaginación es tan grande?). Hay quienes
rechazan este tipo de historias porque creen que no han entendido
el libro, y hay quienes, como yo, disfrutan mucho más discutiendo
sobre la propia historia que hemos leído. Cuando finalicé la
lectura analicé dos lecturas distintas de la novela, y cuando hablé
con Ismael del libro aún me surgió otra tercera lectura. Todo es
posible. Lo que él pensó cuando escribía el libro, lo que yo pensé
cuando lo leía, y lo que surgió en mi mente cuando hablaba con él
del libro. A mí esto me parece maravilloso, quizás porque me
encanta el mundo onírico, las búsquedas a respuestas de lo ignoto,
la implicación del lector en la historia, las vidas complejas, las
mentes complejas... la mente de un asesino o los fantasmas del
pasado convertidos en momentos de agitación durante la lectura,
momentos clave donde el que pasa miedo es el propio protagonista y
llega a traspasarte su terror. Sí, eso último también me
encanta.
En "El escondite de Grisha" aparece un
asesino adulto, un crimen nuevo, fantasmas muy agitadores, un tipo
muy peligroso que no está solo, un niño capaz de someterse a la
escritura automática, otro niño que parece bendito, Chernobyl, una
relación complicada entre hombre y mujer, criminal y policía... La
historia de Grisha y la historia de Olmo se funden en un argumento
absorbente que si bien no debería etiquetarse como terror, algo de
esto tiene. Pero también hay una historia de redención, una
narrativa maravillosa y una sorprendente forma de llevar a los
personajes hasta su cometido final.
Sólo le pondría un pero: el niño de portada me hizo pensar en un
Grisha moreno. Grisha tiene el pelo muy rubio y me costó visualizar
este detalle durante un tiempo porque la portada de este libro me
parece maravillosa y la había visualizado cientos de veces antes de
leerla. Sin embargo sus ojos, su mirada, su expresión se quedaron
grabadas y mi Grisha los mantuvo en toda la historia. Ese rostro es
el del Grisha que Ismael, a su vez, me hablaba, y aún puedo cerrar
los ojos y ver esa mirada. Ahora sí, con el pelo rubio, porque
Grisha y yo hemos conectado como él conectó con el niño de
Ucrania.
Anika
Lillo
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Comentario de los lectores:
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