El colibrí

Opinión:

Lo que ha conseguido Sandro Veronesi es muy difícil: contar una historia rotunda, desesperadamente triste con tanta magia y maestría que agrade al lector.

La historia de "El colibrí", apodo cariñoso por el que la madre llamaba al protagonista de esta novela cuando niño, por lo pequeño que era, es de una tristeza insondable, abismal. Marco Carrera, oftalmólogo romano, arrastra un matrimonio fallido y la pena por un amor de juventud perdido y del que obtenemos una especie de relación post mortem, a través de mensajes de correo electrónico y cartas que Marco y su amada han intercambiado en una vida. En la historia familiar, planea el fantasma de la locura, el suicidio y la paternidad insensible.

¿Cómo consigue el narrador italiano que de ese material tan trágico y deprimente obtengamos una novela que podría calificarse casi de luminosa? Pues con mucha literatura. Dotando al texto de un gusto y selección al alcance de pocos narradores. Manejando bien la variedad textual, ofreciendo en la novela un buen número de fuentes (cartas, correos electrónicos, conversaciones telefónicas) sin que el lector se pierda. Huyendo del cliché: todo lo que se expone en "El colibrí" está trabajado al fino detalle, otorgándole muchas caras. Haciéndolo creíble, en suma. La prosa es más que funcional: parece sencilla pero en su selección hay una experiencia y un tino notables.

El lector que supere los cuarenta años se encontrará con todo un despliegue de los temas que más interesan en esta edad: la paternidad, el paso a ser abuelo, el cuidado de los padres enfermos, los problemas con los hermanos por la administración del patrimonio y las herencias. El trauma del final trágico de su hermana es comunicado de una manera episódica, en pequeñas dosis.

Una novela bellísima, muy recomendable, por ser literatura verdadera y resultar interesante de principio a fin, que tiene como máxima proeza ser capaz de construir arte usando los materiales más tristes.

Rafael Ruiz Pleguezuelos