Anika entre libros

El «Quattrocento»

Ficha realizada por: Darío Luque
El «Quattrocento»

Título: El «Quattrocento»
Título Original: (El «Quattrocento», 1985)
Autor: Rafael Argullol
Editorial: Acantilado
Colección: Cuadernos del Acantilado


Copyright:

© 1985, 2025, Rafael Argullol Murgadas
© 2025, Quaderns Crema, S.A. (de esta edición)

Edición: 1ª Edición: Mayo 2025
ISBN: 9788419958600
Tapa: Blanda, Bolsillo
Etiquetas: ensayo historia del arte estética pensamiento arte cultura Renacimiento Florencia Italia humanismo arquitectura poesía pintura escultura siglo XV literatura española belleza
Nº de páginas: 187

Argumento:

En "El «Quattrocento»", Rafael Argullol propone una reflexión ensayística sobre el siglo XV en Florencia, como momento de excepcional unidad cultural dentro de la historia del arte occidental. Lejos de considerar el Renacimiento como una serie dispersa de episodios, el autor defiende que el Quattrocento encarna la vertebración más coherente de ese impulso renovador. Dos ideas articulan su análisis: la centralidad de la belleza como columna vertebral del Renacimiento y el surgimiento del individuo moderno, con su grandeza y su tragedia. A través de un recorrido por la pintura, la escultura, la arquitectura, la literatura y la teoría estética -con nombres como Masaccio, Donatello, Ariosto, Petrarca, Alberti, Piero della Francesca o Botticelli-, Argullol examina cómo el cuerpo humano se convierte en símbolo y medida del mundo, cómo el arte se abre a la expresión de la interioridad, y cómo la razón renacentista aspira a una totalidad armónica entre naturaleza, emoción y pensamiento.

Publicado originalmente en 1982, este ensayo se convirtió muy pronto en un clásico de la teoría estética y de la historia del arte; ahora, en su esfuerzo por editar toda la obra del pensador catalán, la editorial Acantilado lo recupera para los lectores contemporáneos.

 

Opinión:

 

El nombre de Rafael Argullol no puede ser desconocido para nadie que se haya formado en el ámbito de las humanidades: su interés en la historia de la sensibilidad artística y en las metamorfosis del ideal de belleza a lo largo de los siglos ha dado lugar a algunas de las obras más relevantes en el ámbito de la estética en las últimas décadas, como "Tres miradas sobre el arte" o "El héroe y el único: el espíritu trágico del Romanticismo", que dan cuenta de una escritura filosófico-literaria que oscila entre la intuición lírica y el rigor del pensamiento estético. En esta misma línea se inscribe "El «Quattrocento»", un ensayo en el que Argullol regresa a uno de los momentos más fecundos de la cultura occidental: el Renacimiento florentino del siglo XV. Pero no lo hace como simple cronista de sus logros artísticos, sino como pensador que rastrea en ese instante privilegiado el germen de nuestra modernidad. Desde las primeras páginas, el autor plantea una hipótesis provocadora: el Quattrocento, por su coherencia interna y su fuerza simbólica, constituye el único "Renacimiento" con verdadera unidad cultural, frente a los distintos episodios que, desde el final de la Edad Media, han recibido ese nombre.

Bajo esta premisa, Argullol articula su ensayo en torno a dos vectores fundamentales: la supremacía de la belleza como principio organizador de la experiencia y el nacimiento del individuo moderno, cuya conciencia inaugura tanto la grandeza como la tragedia del sujeto occidental. El cuerpo humano, entendido como medida y metáfora del mundo, ocupa un lugar central en esta constelación. Artistas como Masaccio, Donatello o Brunelleschi, y pensadores como Alberti o Luca Pacioli, son convocados para ilustrar una revolución estética donde la armonía -articulada a través del número áureo y las proporciones matemáticas- se impone como forma visible del orden universal. En esta "razón visual" se expresa la aspiración del Quattrocento a la totalidad: una conjunción entre naturaleza, arte, conocimiento y espiritualidad. El Renacimiento, en este sentido, no es solo una etapa histórica, sino una utopía de plenitud en la que belleza, amor y verdad constituyen un único sistema de sentido.

La estructura del ensayo responde a un planteamiento temático que avanza mediante bloques breves, casi fragmentarios, dedicados a conceptos como el "homo novus", la reabsorción de la Antigüedad, la lucha de estilos o el diálogo entre el "espíritu del Norte" y el "espíritu del Sur". Este método permite a Argullol desplegar un mapa de ideas sin encorsetarse en la linealidad cronológica, de tal modo que ofrece una lectura más especulativa que didáctica. El tono, como es habitual en su prosa, combina la densidad conceptual con una notable elegancia expresiva, capaz de fundir imágenes, intuiciones y referencias culturales en una escritura que busca tanto iluminar como seducir.

"El «Quattrocento»" no pretende ofrecer un manual académico ni una historia exhaustiva del Renacimiento. Es, más bien, una meditación ensayística sobre el instante en que el ser humano comienza a mirarse a sí mismo con asombro, con deseo y con temor. En esa mirada -que es también la del artista moderno, de Prometeo a Fausto- se cifra la ambición y la melancolía de una época que todavía nos interroga. Argullol no solo reconstruye ese momento: lo convierte en un espejo desde el cual pensar nuestras propias formas de habitar la belleza y la libertad.

 

Darío Luque

 

 

 

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