Dios no está con nosotros porque odia a los idiotas

Opinión:

"Dios no está con nosotros porque odia a los idiotas" es una novela corta pero intensa. Ya desde las primeras páginas vemos referencias tanto a la introducción como a diversas obras, con un ejercicio de metaliteratura bastante interesante. A eso se le añade que el texto está muy bien escrito, ya que Miguel A. González tiene buena pluma y se nota que ha hecho un ejercicio de pulido en su estilo personal a la hora de escribir.

El libro está dividido en varios capítulos, introducidos por una cita cinematográfica de todo tipo de películas. La mayor parte del texto está narrada en el presente de los dos inspectores encerrados en la habitación a la espera de la actuación del asesino, aunque también tenemos flashbacks de las víctimas y de ellos, así como fragmentos del expediente contando el punto de vista de los testigos.

Los personajes en un principio encajan en los estereotipos de la novela policiaca: René, el policía alcohólico y sarcástico que está desencantado con su fracaso, y Héctor, el novato educado y todavía verde. La conversación entre ellos va fluyendo, aunque siempre tirante, desde los detalles de la investigación hasta anécdotas sobre asesinos. Poco a poco se va volviendo más personal y salen a relucir cosas del pasado que nos permiten profundizar en el pasado de René y comprenderle mejor, quedando el asesino en un segundo plano.

En este contexto, y con una extensión tan corta, era de esperar una vuelta de tuerca, que me ha parecido muy bien llevada y conduce a un final abierto a la imaginación del lector. Creo que he leído demasiado como para que me sorprendiera el giro; lo vi venir en cuanto se mencionó una cosa, pero estoy convencida de que a muchos lectores les dejará con la boca abierta y, la verdad, a mí me ha dejado con muy buen sabor de boca.

Déborah F. Muñoz