Anika entre libros

Coto privado de infancia

Ficha realizada por: Belén Flores
Coto privado de infancia

Título: Coto privado de infancia
Título Original: (Coto privado de infancia, 2022)
Autor: Paco Tomás
Editorial: Planeta
Colección: Autores Españoles e Iberoamericanos


Copyright:

© 2022, Paco Tomás

© Editorial Planeta, S.A., 2022

© Diseño de la colección: Compañía

© Fotografía de la cubierta: colección particular

© Fotografía del autor: Jesús Ugalde

Ilustraciones: Color
Edición: 1ª Edición: Junio 2022
ISBN: 9788408258902
Tapa: Dura
Etiquetas: acoso escolar bullying recuerdos contemporánea drama novela dramática dolor narrativa literatura española novela novela dramática realismo años 70 homosexualidad culpa emociones sentimientos novela psicológica maltrato infantil autoficción rechazo social
Nº de páginas: 420

Argumento:

"Coto privado de infancia", segunda novela de Paco Tomás.

Tomás Yagüe, 52 años, locutor de radio y homosexual, tras romper con su pareja viaja a su Madrid natal, a casa de su madre para pasar la Navidad, tal y como manda la tradición. En ese viaje emprenderá un difícil viaje emocional en el que aflorarán sus recuerdos más dolorosos, aquellos surgidos a partir del rechazo, el silencio, y la falta de comprensión de su entorno frente al acoso escolar y el maltrato que sufrió de niño.

Sin embargo, ese viaje supondrá un cambio radical en su vida en el que aprenderá a perdonarse y a dejar de culpabilizar a su entorno, y, pasar de sobrevivir, a empezar a vivir al margen de lo sucedido durante todos esos años.

 

Opinión:

 

Segunda novela del autor, sin embargo, un relato demasiado realista para ser una historia de ficción (entendido como tal al estar encuadrado dentro del género de "novela"). Ya bien sea un relato de ficción, o un relato con tintes autobiográficos, si hay una palabra que pueda englobar el sentimiento que transmite su lectura es por un lado, tristeza por tanto sufrimiento, y, por otro, vergüenza por la parte que nos pueda tocar al resto de haber contribuido a ese sufrimiento.

El libro comienza con capítulo a modo de introducción cuya penúltima frase es: "Creo que habéis hecho todo lo que estaba en vuestra mano para hacerme completamente infeliz. Porque así es como preferíais verme". A partir de aquí, el protagonista empieza a narrar su historia en primera persona. Reconozco que me recorrió un escalofrío al leerla. ¿Somos así? ¿Nos gusta ahondar en el sufrimiento de los demás?; o, si sabemos de ello, ¿no hacemos nada por aliviarlo?

El protagonista es un locutor de radio de 52 años, mileurista, que vive en Barcelona, su última pareja le ha dejado por otro, y viaja a Madrid para pasar la Navidad con su familia. Pero no regresa simplemente a casa de su madre, sino que regresa a ese escenario de su infancia que tanto sufrimiento le causó y arrastra como una mochila que pesa toneladas. La gran parte de la narración se centra en su etapa escolar, sin duda la más insoportablemente dolorosa para un niño de corta edad. Con 7 años empieza su calvario en el colegio con insultos, agresiones, lo que hoy llamamos acoso escolar, pero dentro de una sociedad, la de los 70, donde hablar de cualquier sentimiento fuera de la norma era algo impensable.

Dependiendo de la edad del lector, aquellos que hayamos nacido en esa década no podremos negar que estábamos inmersos en una sociedad donde lo que imperaba era el silencio ante cualquier manifestación de violencia hacia lo que esa sociedad patriarcal consideraba débil (las mujeres, aquellos que se salían de sus normas, etc.). El silencio es lo que impera en toda la novela y en todos los segmentos sociales, la familia, el colegio, el vecindario, eso sí, menos en los niños ante la manida justificación que llega hasta nuestros días de "los niños son crueles". Es una narración muy dura, especialmente los episodios centrados en su época de niño; las escenas familiares también, pero se ven con esa indulgencia que nos hace pensar que nuestros padres lo hicieron lo mejor que supieron.

Sin embargo, el niño crece, llega a adolescente, joven, y poco sabemos del resto de su vida hasta llegar a los 52 años actuales. La historia es un ir y venir de la infancia a la etapa actual, como si el protagonista se hubiera quedado anclado en ese patio de colegio y en esos 8 años de un sufrimiento indescriptible. Los relatos sobre el resto de su vida son más esporádicos; los hay, pero sin llegar a recrearse tanto, quizá porque el dolor se haya convertido en algo diferente.

A medida que va cumpliendo años, y, por las reflexiones que el autor intercala ("durante mi vida he hecho todo lo que estaba en mi mano para ser completamente infeliz"; "cámbiame la historia y cambiaré de actitud"), el dolor con el que cualquier lector puede identificarse en su etapa de los 8 a los 15 años en la cual los responsables de lo sucedido es la sociedad (para evitar personalizar), ese dolor empieza a diluirse y, a cambio, empieza a aflorar un sentimiento de, si no cansancio, sí de ver en el protagonista una actitud victimista cuyo único responsable ahora ya es él. El dolor empezamos a percibirlo con tintes victimistas. Afortunadamente, tenemos la ayuda de una de sus ex parejas, un psicólogo que hace despertar, al lector primero, y al protagonista después, de que "ir de víctima compensa porque es la mejor forma de delegar en los demás la responsabilidad de tu propia existencia. El dolor no sirve para nada. Hay tantas opciones y elegir lloriquear no es la mejor".

Un relato muy ágil y vivo, lleno de escenas costumbristas que estoy segura que aquellos que rondamos los 50 las volvemos a recordar, la vida en el barrio, sus gentes obreras, esas familias con las madres abnegadas, cotidianidad, incluso con un tono nostálgico si no hubiera sido por los terribles momentos que vive el protagonista.

La última frase del capítulo de introducción dice: "esta historia que vas a empezar a leer, también es tu historia". Y lo es. Esta es la historia de cada uno de nosotros, del adulto que cuando fue niño se sintió humillado, del adulto que cuando fue niño formó parte de esa humillación, del adulto que cuando fue niño no se sintió con la valentía para defenderlo, del adulto en aquella época que con su silencio contribuyó a ello, de las instituciones públicas, de los medios de comunicación, en definitiva, de todos aquellos que contribuyeron a ello sin denunciarlo. Claro que es nuestra historia. Y solo nos queda entonar un "perdón", y al mismo tiempo, hacer un poco nuestras las palabras de Roberto, su ex pareja psicólogo, a todos los Tomás Yagües que estén ahí fuera: "Estás vivo; por tanto, vive", y como dice el mismo Tomás: "vivamos y recordemos desde que empezamos a ser felices, y de ahí en adelante".

Este libro debería ser de lectura obligada en los institutos.

 

Belén Flores

 

 

 

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