Cómo mirar un cuadro

Opinión:

"Cómo mirar un cuadro" tiene una promesa interesante: proporcionarte los recursos para descifrar los cuadros a los que te enfrentas a través de varios ejemplos. Cualquiera que vaya a muchos museos y más de una vez se haya preguntado qué es lo que está viendo se sentirá tentado a hacerse con este libro para profundizar un poco más.

El problema es que "Cómo mirar un cuadro" no te enseña a mirar un cuadro. Te enseña cómo mira los cuadros expuestos como ejemplos la autora. Una mirada muy personal, subjetiva, abstracta y meditativa, con un lenguaje muy poético y evocador, sí, pero sin proporcionarte en muchos casos los recursos necesarios para llegar a esa interpretación o a una interpretación propia. Y con un lenguaje bastante experto que no comprenderá cualquiera.

Los cuadros están agrupados por las impresiones que transmiten (una agrupación muy subjetiva, porque muchos de ellos a mí no me transmitían lo mismo), con ejemplos de varios periodos en cada grupo. Cada sección empieza con una breve descripción sobre esa agrupación e iconos con el cuadro, título y autor a la derecha. Luego, procede a hablar de los cuadros con una imagen completa a la izquierda y una descripción de dos páginas, además de una página o más de zooms en distintas zonas de interés, finalizando con tres columnitas y una imagen de referencias o cuatro columnitas de referencias.

En la descripción de algunos de los cuadros sí que te hace notar una serie de elementos que te generan pistas que ayudan a descifrar el conjunto. Es la clase de cosas que me gusta cuando me enfrento a un cuadro: que alguien me haga notar relaciones que no había visto inicialmente o que me explique significados y connotaciones ocultas de algunas de las partes. No obstante, en buena parte de los ejemplos esto no ocurre y la descripción se limita a contarnos qué siente la autora o a especular sobre lo que podría pensar el potencial espectador del cuadro. Lo que es peor, a veces ni siquiera tenemos un contexto o explicación claros.

Los zooms se agradecen también (la edición es de gran calidad y se aprecia todo muy bien), ya que te hacen fijarte mejor en algunas zonas que a lo mejor pasas por alto si ves el conjunto.

Las referencias, tan cortas en extensión, eran, en realidad, lo que más me interesaba (simbologías, datos de la época o el autor...), aunque en muchos casos me parecieron casi de relleno y, como ya he dicho antes, no te enseñan a mirar cuadros de ese estilo o autor en concreto, sino que son muy específicas, en la mayor parte de las ocasiones, del cuadro tratado.

En definitiva, aporta datos de gran interés en algunos de los cuadros, pero no aprendes cómo mirar un cuadro, que era la promesa principal. Es una edición muy bonita, aunque la mayor parte del texto carece de utilidad práctica para el objetivo del libro.

Déborah F. Muñoz