Café cortado

Opinión:

Confieso que, aunque los libros de Alrevés nunca me han defraudado, leer en la contraportada que esta era una novela «divertidísima, marcada por la más aguda ironía y un irreverente humor negro» me hizo no tenerlas todas conmigo. El humor es algo muy subjetivo y hacer reír a alguien con inteligencia (en ambos sentidos) es de lo más difícil y si no se consigue el gracioso puede quedar desgraciado y dejar un mal sabor en el lector.

Afortunadamente nada de eso ha ocurrido en este "Café cortado", una novela ambientada en Bilbao, y van ya unas cuantas ambientadas en el País Vasco en esa nueva corriente literaria que ha dado en llamarse euskal noir (Galerna, la trilogía de la ciudad blanca, la del Baztán…) en la que, como la mayoría de las de la editorial, predomina la componente de la novela negra.

En esta ocasión el detonante es un pene que aparece en un apartamento turístico en el Casco Viejo. Un pene y un montón de sangre, tres litros concretamente, pero ningún cuerpo. Todo el mundo sabe, o debería, que sin cuerpo no hay delito, pero… ¿y si lo que hay es un trozo del cuerpo? Uno sin el que ningún hombre puede vivir.

La Ertzaintza, junto con la jueza Anne Campuzano, investigarán el caso y poco a poco, sus descubrimientos les llevarán hasta el periódico Correia, cuyo director está obsesionado con destruir a la jueza a toda costa, aunque la verdad sea la primera víctima, en cuanto se conoce que ella será la encargada de instruir el caso. Para entendernos Txipirón Gutiérrez, el director del periódico, es como un Eduardo «Pantuflo» Inda con su panfleto diario. El vivo retrato. Si los de arriba marcan un objetivo, Txipirón arramblará con todo con tal de vender periódicos.

La jueza contará con la ayuda del profesor de Filosofía Loizaga, que tendrá que dejarse unas patillazas y renunciar a su gran amor por la gastronomía para llevar a cabo la misión que se le encomienda.

«Quizá fue por el alcohol que llevaba encima, pero le supo increíble. Magnífica.

-Señora. Está muy buena. La felicito.

-No me llame señora. Soy una vieja puta. Y llevo casi sesenta años haciendo lo mismo, tortillas y de puta.

-Pues dirá usted que es lo que quiera -respondió Loizaga-, pero esta tortilla está de madre.

-De puta madre -corrigió esta.»

"Café cortado" es una novela negra muy distinta a lo acostumbrado y ciertamente con un toque original. El camino de la investigación no es muy ortodoxo, pero sí muy divertido. No te hace reír a mandíbula batiente, pero sí te provoca sonrisas. La complicidad entre jueza y profesor (se nota aparte de por el recuadro en la portada que indica "UNIVERSO LOIZAGA", que hay libros previos a este -«Pisto a la bilbaína», «Milhojas de jamón»… ¿me falta un plato para llegar al café o es que Alonso pasa de postre?- en el que comparten aventuras, aunque desconocerlos no impide para nada disfrutar de este) es fresca, sana y alegre. Y los temas de fondo que se abordan son de lo más actuales y retratan fielmente la sociedad, no solo la bilbaína: turismo, feminismo, lenguaje inclusivo, lucha de géneros, gastronomía… y café. Nunca los cafés revelaron tanto acerca de los sexos.

Un coro de personajes, incluyendo a la amatxu del profesor, completarán esta original novela negra en el viaje hacia la resolución, o no, de tan extraño caso.

La contra tenía razón.

Diego Palacios