Cada lunes de aguas

Título: Cada lunes de aguas
Título Original: (Cada lunes de aguas, 2025)
Autor: Juan Montiel
Editorial:
Fulgencio Pimentel Editorial
Copyright:
© 2025, Fulgencio Pimentel
© 2025, Juan Montiel
Edición: 1ª Edición: 2025ISBN: 9788419737397
Tapa: Dura
Etiquetas: contemporánea cuentos relatos misterio narrativa libros premiados literatura española realismo suspense vida rural tradiciones emigración violencia familiar novela social neorrealismo
Nº de páginas: 144
Argumento:
En "Cada lunes de aguas", la voz de Juan Montiel irrumpe con seis relatos que fusionan lo rural y lo urbano en un discurso tan tenso como magnético. De trasfondo realista, incluso tremendista, como un eco de Cela o Delibes, los cuentos emergen de paisajes vaciados de esperanza-caseríos, pueblos desolados, caminos de emigración- pero también de pulsiones oscuras: odios, crímenes, misterios soterrados bajo lo cotidiano. Desde el inicio, «Ardides de Caín», se despliega el abismo de la ambición; después, historias como «Jarandina» o «El costado blanco de mi amor» profundizan en el abandono, la emigración, la culpa, el deseo. Narrados con precisión de buen narrador y atmósfera inquietante, los seis relatos construyen un mosaico que visita la España rural más afilada, y los bordes punzantes de las pasiones humanas.
Opinión:
Juan Montiel (Antequera, Málaga, 1973) llega a esta colección con una trayectoria consolidada en el periodismo y una presencia creciente en certámenes literarios desde 2015. "Cada lunes de aguas" obtuvo el Premio Internacional de Cuento Ignacio Aldecoa, lo que ya nos anuncia que hay una calidad en su interior.
Desde la penumbra robusta de «Ardides de Caín», Montiel evoca los fantasmas de la cerrazón rural: una familia rota, la huida como único destino, una muerte por ambición, la violencia latente en lo ancestral… la nota de realismo tremendista se siente aquí, emparentada con Camilo José Cela y Miguel Delibes, mostrándonos que la miseria ética puede ser tan brutal como la física.
Todos los relatos se construyen con una prosa medida, cargada de silencios y ecos -se disfruta mucho el rescate de palabras en desuso, refranes, las expresiones locales, el fraseo rural-que emulan una tradición lingüística que se encuentra en vías de extinción. Montiel hace siempre de la descripción un motor narrativo y no un simple decorado, y logra que instantes diminutos, como una mirada, el sabor del aguardiente, el crujido de la tierra cada uno de los detalles tenga su peso e importancia. Una literatura sobria y bien repujada a un tiempo, compleja de ideas pero aparentemente sencilla en su expresión.
En «Todas las tardes había fiesta», una mujer rememora un episodio perturbador con la naturalidad de quien no distingue ya entre lo razonable y lo absurdo: tras la muerte de su amante, lo entierra de un modo que escapa a cualquier lógica, como si el gesto respondiera más a un impulso oscuro que a una voluntad consciente. El tiempo pasa, y ella regresa no tanto para buscar respuestas como para reencontrarse con ese espacio suspendido entre la culpa y el deseo.
Todo lo que nos narra podría haber dado para una novela, pero Montiel elige la contención del cuento, dándole mucha intensidad y un permanente sentido de claustrofobia.
Montiel rescata palabras y gestos del pasado para alumbrar un presente lector tenso, una España quieta que de cuando en cuando estalla en tensión moral y en memoria rota. Más que recomendable para los fieles del buen relato corto.
*Publicado por Fulgencio Pimentel.
Rafael Ruiz Pleguezuelos.
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Comentario de los lectores:
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