Breve crónica de una paulatina desaparición
Título: Breve crónica de una paulatina desaparición
Título Original: (Eine kurze Chronik des allmählichen Verschwindens, 2017)
Autor: Juliana Kálnay
Editorial:
Acantilado
Colección: Narrativa del Acantilado
Copyright:
© 2017 by Verlag Klaus Wagenbach
© de la traducción, 2020 by Juliana María Kálnay
© de esta edición, 2020 by Quaderns Crema, S.A.
Traducción: Juliana María KálnayEdición: 1ª Edición: Febrero 2020
ISBN: 9788417902261
Tapa: Blanda
Etiquetas: contemporánea fábula fantasía narrativa libros premiados literatura alemana novela realismo relaciones personales sueños vecinos
Nº de páginas: 216
Argumento:
El edificio de vecinos del número 29 es un microcosmos insólito donde conviven familias, parejas, solitarios, insomnes crónicos, niños. Entre sus muros, las conversaciones se entremezclan con acontecimientos extraños que se comparten o se callan, se quedan tranquilamente en el interior de un piso o se deslizan por las escaleras, creando un universo que desprende un aire de fábula fantástica que lo impregna todo.
Entre los inquilinos está Rita, una vecina que es tan vieja como el propio edificio, que observa, vigila y tiene respuesta para todo; también encontramos a Maia, una niña a la que le gusta cavar hoyos; Lina y su marido, o Bell y su familia. Tenemos a Tom, que vive en el ascensor, y el ejército de insomnes crónicos, siempre atentos, siempre observando los movimientos de los inquilinos, sus apariciones y desapariciones; o los niños, fascinados por el brasero que hay en el sótano. Un universo extraño y fascinante, mágico y real, absurdo y fabulosamente humano, donde las desapariciones, las transformaciones y los fantasmas conviven con peces que escapan y caracoles que crecen entre hojas escondidas.
Premio Aspekte 2017 al mejor debut en lengua alemana
Premio Hebbel 2018
Opinión:
Siempre se ha dicho que es importante que la primera frase, o el primer párrafo de un libro, atrape al lector. Pero, a veces, el magnetismo de una primera frase se adelanta al propio texto y se instala ya en la cita que da inicio al relato y a lo que la acompaña. Es el caso de esta "Breve crónica de una paulatina desaparición", de Juliana Kálnay, donde lo primero que encontramos es el dibujo de un edificio, con la distribución de los inquilinos en ella, como si estuviéramos a punto de mirar por cada una de las ventanas, y esta frase de César Aira: «El edificio estaría terminado cuando todo se volviera interior».
Y hay algo de ese mundo interior en esta novela, porque, aunque la calle está presente y sabemos que hay tiendas a su alrededor y un patio trasero y un mundo más allá del muro principal, casi todo ocurre en el interior, aunque sea en el interior compartido de los balcones. Los inquilinos, los que circulan por las escaleras, los rellanos y los sótanos, los que decoran paredes, cruzan umbrales o riegan sus árboles son parte del edificio. Sin ellos, el edificio no respira, no palpita, se marchita.
En esta novela, Kálnay experimenta con gran habilidad con las normas fijas que uno asocia habitualmente con la escritura. Bucea entre géneros, estilos y tonos, se deshace de la norma cerrada de la estructura de introducción, nudo y desenlace y crea un calidoscopio que tampoco sigue un hilo cronológico lineal. Hay acontecimientos que se narran desde un punto de vista, se cierran, y luego se vuelven a abrir, se entremezclan y entrelazan con otros instantes y otros inquilinos. No se busca un relato cerrado, aunque haya un inicio y un final, sino que la autora nos ofrece una especie de juego donde las distintas voces a veces tienen nombre propio, pero otras veces no. Salta y nos invita a pasar de una primera persona a una tercera, de una narración a un diálogo a dos columnas en el que vamos moviéndonos de un interlocutor a otro, como si estuviéramos ante ellos en una conversación real. Uno podría perderse entre el laberinto de estas historias, pero en realidad nunca te pierdes del todo, porque Kálnay sabe tender perfectamente el hilo que te lleva de un lado a otro para mostrarte este cuadro de seres humanos que sueñan, conviven, y saben ver un poco más allá de lo palpable.
Poético, lleno de juegos, de dobles sentidos, de situaciones absurdas donde una metamorfosis casi mitológica es tan plausible como el abandono o la desaparición. Niñas que cavan hoyos, niños que queman cosas, y otros niños que aguardan en el armario a que alguien vuelva, sin saber si volverá. Peces que se escapan, árboles con una corteza que reacciona al tacto, edificios que transmiten sus emociones a las personas, o personas que están tan conectadas con las paredes que se sustentan mutuamente. El universo que crea Kálnay es fascinante. Tiene algo de realismo mágico, pero es tan personal que no sé si necesita una etiqueta concreta para acercarla a un género o a otro. Es un placer, un juego, una experiencia literaria, una forma de perderse por los apartamentos habitados y los vacíos, por las vidas que esperan, las que observan y las que sueñan.
Una pequeña maravilla que transmite una delicadeza curiosa, como si estuvieras acompañando a alguien a través de la fina capa que separa la realidad del sueño, de puntillas, observando a ambos lados cómo se construye el edificio de un relato.
Inés Macpherson
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Comentario de los lectores:
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