¡TEMBLAD, LECTORES!
Es cierto que el autor sevillano Luis Manuel
Ruiz es culpable confeso y público de perpetrar algunos de
los mejores asesinatos literarios en castellano de la nueva
generación, aunando una prosa muy cuidada con la pirotecnia de una
trama a la que le sienta bien el traje de lo "original" (que no nos
sienta bien a todos, aunque pretendamos haberlo comprado en la
misma tienda):El criterio de las moscas, Solo una cosa
no hay, La habitación de cristal, Obertura francesa, Tormenta sobre
Alejandría o El hombre sin rostro, avalan la calidad
de su obra. Esta última, en particular, con una trama
frenética a 30 kilómetros por hora (pero 30 km/h de los de antes,
que valían más) es difícilmente superable. Sin embargo, en
su última novela Temblad villanos (Premio
Málaga de novela 2014) ha logrado -en opinión de este modesto
lector/autor- precisamente superarse.
No es difícil resumir la idea tras los bastidores que ofrece la
última novela de Luis Manuel Ruiz: un misterio tejido de asesinatos
y enigmáticas viñetas de cómics. Ya en sí mismos los cómics son una
presencia curiosa (y curioso que sean tan curiosos) en nuestro
mundillo de novela negra o de fantasía. Aunque muchos de los
autores que cultivamos estos perversos géneros somos
aficionados al cómic y al cine por igual, este último cuenta con un
más que nutrido monumento de novelas en su honor, en comparación
con el más exiguo del mundo de Hugo Pratt, Milo Manara o Frank
Frazetta… No digamos si añadimos nombres como Hergé y su Tintín o
Goscinny-Uderzo y su Astérix, o incluso (venga, vamos a decirlo
todo) Ibánez y su magnífico Mortadelo. Pese a la indudable
importancia que en la cultura de géneros de nuestro país han tenido
estos creadores y creaciones, un prurito de… quizá dignidad mal
entendida o precaución peor entendida nos ha refrenado siempre a
los que hemos sentido la tentación de incluirlod en nuestras
depravadas, perversas, terroríficas y eróticas novelas. En un mural
del último piso del Museo del Sexo en Nueva York figuran los, al
parecer, únicos dibujos obscenos de personajes de Disney que
escaparon a la cacería de los infatigables abogados de la compañía…
Yo lo he visto y, sinceramente, señores: contemplar a Blancanieves
en un gang bang con los siete enanitos (cortitos en casi
todo) no puede ni compararse a mencionar al dulce Tintín y al
cariñoso e inocentón Mortadelo del "¡mire que llega usted a ser
burro, mire que…!" en una trama literaria que haría palidecer a un
Hitchcock y que nada tiene que envidiar al gore de un
Thomas Harris y su Hannibal Lecter. Sin embargo, Luis Manuel Ruiz
los hace encajar con suavidad de bala en la recámara de una pistola
bien aceitada, casi ni oímos el clic.
Y no es esto lo único que hace. En la trama avasalladora de
"Temblad villanos" aparece un elenco de personajes
inolvidables como el inspector amante de Bach, el niño amante de la
relatividad (que odia a Bob Esponja), el coleccionista de
palíndromos, el experto en lenguas vivas, muertas y momificadas… y
un largo etcétera, definidos con la prosa incisiva y profunda a la
que nos ha acostumbrado su autor, junto a un suspense que, en
ocasiones, nos escalofría. Añadiré que es una de esas buenas
novelas policiacas en las que los protagonistas se enfrentan a un
caso pero el lector se enfrenta a varios… y Luis Manuel Ruiz logra
acorralar nuestra imaginación y dar un bonito jaque mate al
final.
Todos esperábamos el retorno de Luis Manuel Ruiz con algo bueno
y novedoso, y cuando salió El hombre sin rostro confirmé
las expectativas: pero Temblad villanos es el anuncio de
que puede superarse a sí mismo. Temblad, lectores.
José
Carlos Somoza