El ansia y la
melancolía
Hubo un tiempo en el cual una de las formas de felicidad era la
expectativa ante la inminente llegada a las librerías de una novela
todavía no distribuida pero de la que ya habíamos oído hablar. Me
ocurría, por ejemplo, con Juan Marsé; o me habría ocurrido con
Jorge Luis Borges, de no ser porque cuando yo comencé a sentir esta
jubilosa ansiedad Borges ya había dejado de publicar libros nuevos
(aunque, en su caso, Ficciones o El Aleph sean
siempre libros nuevos). Por supuesto, también pasaba, y todavía
más, con el cine: la película nueva de Robert Aldrich, la película
nueva de Peckinpah, la película nueva de Hitchcock... ¿Tan viejo
soy que he sido testigo del estreno en salas comerciales de
películas de Hictchock? Esa sed de obras nuevas de nuestros autores
admirados se ha disuelto con el paso del tiempo, casi diríamos que
ha muerto. Es pasado, melancolía.
Por eso, cuando de vez en cuando acontece otra vez, soy un
hombre feliz. Y está pasando hoy, está pasando ahora, gracias a la
novela nueva de Ismael
Martínez Biurrun. Es un autor al que admiro mucho. Sus
incursiones en el horror y la oscuridad en Lo Inquietante, siempre
tienen por objeto último la indagación en la fragilidad humana, y
su prosa es sólida y evocadora, riquísima pero sin atisbo de
pretenciosidad. Un minuto antes de la oscuridad (Fantascy)
narra, además, el Apocalipsis en Madrid, o algo que podría
definirse como el Apocalipsis en Madrid. Este tema asociado a este
autor me devuelve aquella vieja felicidad perdida. Por eso, este
comentario no es sobre la novela nueva de Martínez
Biurrun, sino sobre la expectación ante la novela nueva de
Martínez Biurrun. Sale dentro de una semana: ese es, ahora,
el dichoso tiempo del ansia.
Fernando
Marías