Félix J. Palma

Juego de palabras

STEAMPUNK A LA ESPAÑOLA (II)

 

Steampunk 2-2

STEAMPUNK A LA ESPAÑOLA (II)

 

Vaya por delante que no he leído La máquina diferencial, La era del diamante: manual ilustrado para jovencitas,La estación de la calle Perdido ni Leviathan, las novelas que en los primeros años del nuevo siglo hicieron reverdecer el steampunk, aquella polvorienta acuñación de los 80. Así que cuando escribí El mapa del tiempo no tenía en mente los postulados de la literatura steampunk, por lo que me sorprendió enormemente que se le pusiera esa etiqueta. Mi novela no se atiene a la definición pura, pero ese atisbo que se hace al año 2000, con los autómatas a vapor dominado el mundo, la descripción del cronotulius, la incorporación de la magia o el hecho de que el protagonista sea el escritor H. G. Wells, convertido hoy en icono del steampunk, hacen que se pueda etiquetar como tal.

Si uno busca "literatura española steampunk" en la wikipedia, El mapa del tiempo aparece como la segunda novela steampunk escrita en España, tras Danza de tinieblas, de Eduardo Vaquerizo. Para mí, es todo un honor ser considerado uno de los abanderados del movimiento en nuestro país, y dicho honor me llevó a añadir más elementos steampunk -esta vez deliberadamente- en El mapa del cielo, la segunda entrega de mi trilogía, en la que Wells tiene que enfrentarse a los siniestros trípodes marcianos que él mismo había descrito en La guerra de los mundos. En la aventura lo ayudaba el agente Clayton, que lucía una mano mecánica y pertenecía a un Departamento Especial de Scottland Yard encargado de estudiar lo sobrenatural. No digo más.

Pero ha sido en El mapa del caos, tercera y última entrega de la trilogía, cuando me he permitido saldar la deuda que tenía pendiente con todos los fans del steampunk que han seguido mis novelas desde el principio, dedicándoles un prólogo de unas 50 páginas indiscutiblemente steampunk. El futuro descrito en esas páginas es un mundo tecnológicamente muy avanzado, pero que estéticamente sigue varado en la época victoriana, por lo que si uno se asoma a la ventana ve toda la panoplia típica del género: zepelins, carruajes aéreos, perritos mecánicos, etc, etc. Desde allí envían a un ejército de ciborgs para cazar a los saltadores temporales, que con sus indiscriminados brincos amenazan con poner en peligro el delicado equilibrio del multiverso. Tampoco digo más. 


Félix J. Palma

 

 

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