YA VIENE, YA VIENE
La naturaleza es una tediosa rueda, una pesadez. No acaba de
terminar el verano cuando se presenta el otoño y, tras él, el
invierno. Así un año tras otro, una y otra vez. Ya podía tener un
poco más de imaginación, por todos los diablos. ¡Qué falta de
imaginación!
Ya viene, ya viene. Y se nos acabó la fiesta. Pronto
desaparecerán los torsos desnudos, las extremidades bien formadas y
bronceadas, el festín de los sentidos, el coito ocular, tan cómodo
y excitante. Y todo lo cubrirá el frío, la nieve o la falta de
predisposición para que remonte la libido. Cuando llega el frío, se
congela hasta el deseo. Y toda reivindicación amatoria se convierte
en una víspera de lo que nunca llega.
Quizá vayamos más al cine, o leamos algún libro, o publiquemos
uno, que es lo que más nos gusta a los escritores. Pero, en mi
caso, mantendré intacta mi filosofía sexual, aquella que tan bien
resumió Sade en sus momentos de lucidez:
"Nadie ni nada hay más importante que uno mismo. Es ilógico,
pues, negarse ningún placer, ninguna experiencia, ninguna
satisfacción. Mientras nos sintamos complacidos ya sea en nuestros
sentidos como en nuestras ideas, todo es válido. Nada de buscar
excusas en la moral, la religión o las costumbres. Sólo disponemos
de esta vida para complacer nuestros deseos y no es cuestión de
desaprovecharla en aras de los deseos o necesidades ajenas. Seguir
los dictados de la moral establecida, si esta no coincide con
nuestros deseos, no es sino actuar de manera hipócrita hacia
nosotros mismos."
Pues eso.
Texto y foto: Antonio
Gómez Rufo