GAÑANES
En España seguimos perteneciendo a la estirpe de los necios.
Hasta tal punto que durante muchos días nos han estado bombardeando
con el affaire sentimental del presidente francés,
Hollande, e incluso los medios teóricamente más rigurosos nos han
dado a entender que el presidente francés convocó una rueda de
prensa multitudinaria para explicar su juego con los cuernos.
Parece mentira que no se explique que la rueda de prensa de Año
Nuevo es una tradición francesa de décadas, en la que
el presidente repasa la situación
interna e internacional de Francia, año tras año. Y, de hecho, de
las veinticuatro preguntas de los periodistas, sólo dos se
refirieron al estado de su bragueta, que Monsieur Hollande despachó
con un simple "la vida
privada pertenece a la vida privada" y los periodistas lo
comprendieron y volvieron a preguntar sobre Europa, la crisis y el
euro.
Increíble la expectación desatada en España con las relaciones
sexuales de Hollande. Y en un país, como Francia, que jamás se
inmiscuyó en las dos familias simultáneas de Mitterrand, en los
amoríos de Pompidou con aquel modelo ni en las cosas de Giscard
d'Estaing. Y es que somos unos gañanes. Eso lo explica todo.
Incluso que el libro de Belén Esteban escrito por Boris Izaguirre
se haya convertido en el best-seller de estas
navidades.
Cuando aprendamos a dejar a la gente en paz, a preocuparnos de
nuestras cosas y a no ser tan hipócritas, este país habrá dado un
paso de gigante, intelectualmente. Y cuando aprendamos que el sexo,
las relaciones íntimas, son patrimonio de la intimidad, no folletos
gratis de "compro oro", tal vez empecemos a practicar esa rareza
nacional llamada respeto.
Texto y foto: Antonio Gómez Rufo