atrevete de una vez
Título: atrevete de una vez
Título Original: (making your mind up, 2006)
Autor: Jill Mansell
Editorial:
Plaza & Janés
Copyright: 1ª Edición: Enero 2008
ISBN: 978-84-01-38250-5
Etiquetas:
Argumento:
En un pequeño pueblo inglés, construido en las cercanías de un
turístico lago, Lottie trabaja como administrativa, recepcionista y ayudante general
en la pequeña empresa encargada de alquilar cottages para la temporada
de vacaciones y fines de semana. Su jefe es un hombre mayor que, por motivos de
salud, pone el negocio a la venta pero asegurándose de que el puesto de trabajo
de su empleada no peligre, y el comprador es Tyler, un atractivo y joven hombre
de negocios de New York.
Lottie, que está separada y tiene dos hijos de nueve y siete años, una niña y un
niño, siente de inmediato una apasionada atracción hacia Tyler, que le es correspondida,
pero los chavales lo odian de forma desmesurada, especialmente a causa de un malentendido
inicial y de algunos detalles sin importancia. Por otra parte, Seb, un hombre divorciado
y con una hija de ocho años, también se siente atraído por Lottie y, en ese caso,
la aprobación de sus hijos está asegurada.
Aparte del dilema que mueve a la protagonista principal, Cress, otra mujer del pueblo,
vive una estrafalaria historia de amor, o intento de historia. Las relaciones de
ambas con sus ex son también muy cordiales en el primer caso y algo especiales y
hasta raras en el segundo.
Sigue un barullo en el cada cual intenta rehacer su vida con más o menos éxito mientras
los “críos” son los principales protagonistas.
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Opinión:
No conocía a
Jill Mansell, de modo que empecé el libro sin saber que ha publicado
dieciocho novelas, vendido más de 3.000.000 de ejemplares y que sus lectores, mujeres
en su mayoría, esperan una obra tras otra...
Al principio me llamó la atención el tema original en el que se basa la trama, el
tema consistente en rehacer la vida cuando se está divorciado/da y hay unos hijos
que ponen trabas, porque esa es una realidad que puede afectar a muchas personas
y que está a la orden del día.
La verdad es que me llevé una decepción. Lottie, la principal protagonista, no posee
complicidad alguna con uno o los dos retoños, no hay apenas diálogo serio, son unos
malcriados y consentidos con avaricia. La primera escena ya me pareció surrealista:
la mujer bañándose en el lago, una ropa desaparecida, incluidas sandalias, y la
convicción de que han sido sus hijos... No hablo de esconderla, que sería una trastada
divertida, sino de llevársela y tirarla en el patio trasero de su casa, muy lejos
de allí. Para rematar, Tyler, que ve cómo le roban a la bañista porque se está fijando
en ella, accede a ayudarla. Él le ofrece su chaqueta de “miles” de dólares pero
ella, que no lo conoce de nada porque acaba de llegar, le pide que vaya a su casa,
coja las llaves escondidas bajo el geranio y le lleve ropa... No se me ocurre en
pleno siglo XXI que una mujer reaccione así ante un perfecto desconocido, ni siquiera
viviendo en un pueblo, o mejor: a pesar de vivir en un pueblo, porque allí todos
se conocen y los forasteros suelen estar en el punto de mira y son motivo de desconfianza.
Entre Lottie y Tyler existe atracción y ambos se citan, pero ahí los hijos de ella,
molestos porque su madre los consideró autores del robo cuando “ÉL” vio a dos chavales
que confundió con los retoños de la mujer, hacen lo imposible por estropear el encuentro,
siempre confabulados con su padre que, pese a amar mucho a sus niños y llevarse
de fábula con su ex y ser descrito como un hombre mujeriego pero muy responsable
con los suyos, tiene la genial idea de alimentar el odio de los chicos hacia Tyler
enseñándoles a hacer vudú con plastelina y palillos...
Por supuesto, una segunda cita se va al traste cuando el niño, de siete años, no
encuentra un trozo de manta viejo que usaba para dormir... Toda la familia, incluido
el ex de Lottie, estaba poniendo la casa patas arriba, cuando Tyler llegó, y actuando
como si hubiera estallado la guerra... A mí esa escena me habría cuadrado más con
un chaval de dos años.
De nuevo me quedé de piedra en otro punto: La directora del colegio de los chicos
cita a la madre cuando va a recogerlos sin preguntarle si puede en ese instante,
y todo bajo un diluvio, Lottie se ha roto la falda al salir del coche y enseña las
bragas. No hay opción y ha de ser ¡ya! Pero lo que realmente desconcierta es que
la señorita “Rottenmeier elevada al cubo” desapruebe la relación de la mujer porque
su actual pareja (no lo conoce) es nefasta para sus hijos y hasta amenace con “Servicios
Sociales”. No sólo no pude imaginar a una Lottie con la boca cerrada sino que no
me cuadra que un niño de siete años se desahogue y desvele su intimidad ante semejante
bruja...
Podría seguir por ahí porque hay muchísimas escenas que a mí, personalmente, me
han parecido del todo inverosímiles, pero es mejor que cada lector saque sus conclusiones.
Hacia la mitad del libro decidí que el estilo y la intención de la autora no eran
precisamente poner sobre el papel un tema controvertido y digno de análisis sino
hacer reír ¿? Pero a esas alturas, de haber tratado con personajes reales, yo ya
habría llevado a los niños a un reformatorio y dado algunos sartenazos a la madre
para ponerle las ideas en orden.
Está claro que cada libro, como cada evento artístico, está dirigido a un determinado
público y tiene sus seguidores, y en ese sentido es inútil discutir. También es
cierto que la “línea” que separa lo cómico-divertido-hilarante de lo grotesco y
hasta inverosímil es muy tenue. A mí, personalmente, me ha parecido que este libro
no ha hallado ese difícil equilibrio, especialmente al principio. Igualmente he
de decir que la parte final es más coherente, atractiva y hasta interesante, con
momentos realmente distraídos y que hacen reír.
Por otra parte, los amantes de las
leyes de Murphy encontrarán divertidísima
esa segunda relación amorosa, la de Cress. En ese sentido, no tiene desperdicio.
En ocasiones, un libro nos puede parecer magistral en un instante de nuestra vida
y mucho menos interesante en otro, o justo al revés. Por ese motivo no me gusta
escribir aquello de “no me gustó”. Quizá todo depende del momento, del estado de
ánimo y de lo que el lector espera encontrar en la novela cuando se sumerge en ella
y sus personajes.
Pilar López Bernués
Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com
Comentario de los lectores:
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