Arte sonora

Opinión:

Santiago Auserón, más conocido por sus letras al frente de Radio Futura o en solitario como Juan Perro, es Doctor en Filosofía y esta obra está desarrollada a partir de su tesis doctoral además de apoyarse en otros ensayos. Unos textos en los que se dan cita filosofía y música a partes iguales, recorriendo lo que los filósofos aportaron a la música y su modo de concebirla, desde los más puristas a los más atrevidos, quienes buscaban nuevas formas de entender el ritmo, la armonía, la acústica u otros elementos.

Si algo me ha quedado claro después de haber leído estas páginas es que la música es el mejor canal para el aprendizaje; así al menos entendían los griegos en la antigüedad la manera de formar a los jóvenes, condicionando su pensamiento. La música fue más importante para los griegos que sus aportaciones en arquitectura, filosofía o matemáticas, por enumerar tan solo alguno de los campos donde tradicionalmente destacaron, si bien, fue eliminada de esta lista cuando tuvo mayor importancia que el resto: más arte que ciencia. Incluso el deporte ha pasado a la historia como una disciplina en la que destacaron, el legado de los Juegos Olímpicos es otra muestra del olvido que ha sufrido el arte musical heleno.

A través de diferentes entradas el autor nombra una serie de elementos como la expresión, mitos, dioses, héroes, rituales, relatos que nos son conocidos gracias a obras literarias como la Iliada y la Odisea de Homero o incluso nos habla de la influencia del arte decorativo en todo esto que nos quiere contar. Diversos episodios en los que el arte de las musas estará siempre presente, una inspiración necesaria que aporta la serenidad para llegar a comprender otros muchos conceptos; como el canon de la belleza descrito por Sócrates o de qué manera captó el cine la necesidad de transmitir todo en un conjunto armónico.

No falta en este estudio el uso que se le dio al arte sonoro en la política, ni en otros ámbitos cotidianos, donde la palabra no podía ni debía separarse del ritmo; Aristóteles o Sócrates debatían diversas cuestiones, haciendo un uso más democrático del lenguaje para llegar a todo el pueblo y no solo a los aristócratas, más acostumbrados al uso del verso cuando hablaban del pasado. En sus conclusiones finales, Santiago Auserón repasa una idea general: la Filosofía ha sido el cauce que ha transformado en Música la necesidad del hombre de obtener respuestas y, quizás, un modo de vida.

No es este un libro para leer con prisa, pues se le debe dedicar el tiempo necesario tanto para asimilar lo leído como para ampliar la mente y situar la información en el contexto, recordando si cabe algún episodio narrativo en el que los filósofos han compartido su espacio con el arte de la poesía, el canto o la música; las batallas de Atenas contra Esparta o cualquier otro hecho histórico.

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