Abejas grises

Opinión:

Escrito antes de que escalara internacionalmente la guerra en Ucrania que tiene al mundo occidental patas arriba, "Abejas grises" es un libro que nos permite ser plenamente conscientes de que este conflicto viene de largo: ya había guerra mucho antes de 2022. Andréi Kurkov, de ascendencia rusa, se posiciona del lado de los ucranianos, aunque algunos personajes tienen el otro punto de vista, para narrar la historia de aquellos que quedaron en medio del conflicto.

El protagonista de la novela, Serguéi, un apicultor divorciado, convive con esa guerra a diario, ya que vive en una zona gris, es decir, un pueblo que está justo entre la línea de los ucranianos y la de los separatistas, que a menudo intercambian disparos y misiles, con el correspondiente riesgo para los civiles. No es de extrañar que su pueblo quedara vacío, con la única excepción de Pashka, excompañero de colegio de Serguéi y enemigo de su infancia, que además tiene ideas opuestas. Cada uno de los hombres sigue con su vida a su manera, pero es inevitable que tengan contacto y la relación entre ambos evoluciona de manera magistral a lo largo de la novela.

Hay más personajes, no obstante, porque, aunque al principio parece que Serguéi es una persona bastante asocial, sí que es verdad que en el fondo busca el contacto humano y que tiene muy buen fondo. De hecho, uno de sus conflictos es con el hecho de llamar a su exmujer y saber de ella y su hija, un asunto que al inicio parece psicológicamente lejano, pero que evoluciona junto con el personaje. También llega un momento en el que viaja fuera del pueblo con una misión: que sus abejas, que casi son su familia, vuelen en paz. Es durante esta odisea cuando conoce a la mayoría de los demás personajes, que están afectados por la situación en distintos grados.

Con un ritmo pausado (y repleto de sueños surrealistas) que pega con el personaje, la novela es bastante introspectiva y lleva un toque de absurdo, aunque por supuesto no a los niveles de "Muerte con pingüino". Más bien es por las situaciones en las que se ve envuelto Serguéi, en las que la postura oficial de uno u otro bando llega a niveles ridículos, pero no por ello menos aterradores. Además, se topa con mucho racismo, gente intolerante... Esto es también un poco deprimente, porque muchas de las situaciones de personajes con los que se encuentra son desalentadoras, si bien el protagonista no pierde ese toque de esperanza que le caracteriza.

En definitiva, es un libro con un trasfondo duro y deprimente, que denuncia claramente la situación de Ucrania en el momento de su escritura, aunque está narrado de una forma muy humana y esperanzadora. Sin duda merece la pena leerlo.

Déborah F. Muñoz