el universo no es plano

Opinión:

Siempre he dicho que la ciencia daría algún día la explicación para todo aquello que llamamos fenómenos paranormales. Creo, al igual que Carl Sagan, que hay más dimensiones de las que podemos ver y que ellas son las culpables de que haya gente que ve fantasmas, oiga voces que parecen surgir de la nada, o cualquier hecho preternatural que podamos imaginar. Sí, creo que todo eso está ahí fuera pero que aún no tenemos la tecnología necesaria para corrobóralo. Miguel Pedrero también cree que la ciencia, en concreto la Física Cuántica, puede explicar la existencia de los ovnis; el problema es que para ello hay que hacer un acto de fe.
 
“El universo no es plano” juega peligrosamente con la interpretación de ciertas teorías y fórmulas físicas para convencernos de que otras civilizaciones nos vigilan desde los cielos. No es que todos esos datos sean manipulados a conveniencia del autor, pero sí que son partidistas y, en ocasiones, muy poco imparciales.

Que la Física de Einstein o las teorías de Stephen Hawking nos desvelen que hay más dimensiones de las que vemos, no implica que existan los extraterrestres, y este es el error que comete el autor, dar por sentado que esos seres existen, nos vigilan, y el multiverso les facilita las visitas. No se puede decir que ningún científico serio haya dogmatizado la existencia de seres de otras galaxias, o que hayan dado por sentado que las apariciones marianas sean fruto de entes que viven más allá de la vía láctea; Miguel Pedrero obliga al lector a dar ese paso sin darse cuenta de que cae en una contradicción.

Uno no puede aseverar que los alienígenas usan los llamados agujeros de gusano para desplazarse, pues si bien está demostrada la existencia de los segundos, no lo está la de los primeros y esa es la piedra de toque del libro: en ningún momento se puede demostrar la existencia de esos entes, se la da por supuesto sin más. Tampoco es muy elegante tachar de pueriles ciertas explicaciones o argumentaciones de Stephen Hawking cuando éste alude a la inexistencia de humanoides basándose en argumentos ontológicos y empíricos, resumiendo, no se debe echar por tierra las palabras de uno de los más grandes astrofísicos de la historia sólo porque es contrario a nuestros intereses.

Ante la imposibilidad de demostrar lo indemostrable, el libro se transforma en una recopilación de testimonios sobre encuentros con extraterrestres, apariciones marianas, de toda la parafernalia tópica y típica de experiencias cercanas a la muerte que agradarán al creyente y dejarán frío al escéptico que al igual que Mulder “quiere creer”, dando como resultado lo contrario de lo que pretende en la mayoría de las ocasiones, y en otras la impresión de que estamos al igual que al principio y que si hay vida inteligente en otros planetas no se ha podido demostrar.

Si de algo estamos seguros es de que “El universo no es plano”, pero esto no implica que haya otras culturas a años luz empeñadas en pasearse por nuestros cielos. Si hay otros mundos pero están en este, no se nos ha dicho que estén habitados, ni Einstein, Newton, Hawking han manifestado que estén entre nosotros. Al final todo es cuestión de fe y eso no es cosa de la ciencia… de momento.

Patricia Rubiera