Le dedico mi silencio

Opinión:

No podemos menos que sentirnos tristes al pensar que esta será muy probablemente la última novela que dé a imprenta el Nobel Mario Vargas Llosa. El autor de "Conversación en la catedral", "Tiempos recios", "La ciudad y los perros" y tantos clásicos contemporáneos nos presenta en esta ocasión a Toño Azpilcueta, un apasionado de la música criolla que descubrirá en Lalo Molfino, un guitarrista portentoso, la esencia de esta música. Vargas Llosa insiste mucho a lo largo de la narración en el hecho de que la noción de criollo trasciende la dimensión meramente musical: es una expresión cultural, un hecho social, una esperanza de país verdaderamente unido.

La separación racial y de clase tiene mucha representación en la novela, y es sin duda lo más interesante de la misma. La investigación sobre el origen y desarrollo del guitarrista es la gran trama de descubrimiento personal que mueve a la novela. El juego que Vargas Llosa establece incluye un mecanismo metaliterario: en la narración se incluye la elaboración de un libro que cuente la historia de este músico, que reflexione a un tiempo sobre la capacidad del arte para cambiarnos, para crear pertenencia, patria. La crítica ha coincidido en señalar que con "Le dedico mi silencio" Vargas Llosa ha vuelto a un territorio que le gusta frecuentar: el de la utopía. En este caso, la de una sociedad peruana realmente cohesionada, que viva en armonía y a la que le guarde un buen futuro, con la música como elemento aglutinador. El Perú que se muestra es en el que la violencia ejercida por Sendero Luminoso ha fracturado la sociedad, y que necesita para mitigar el dolor y encontrar un camino a la reconciliación de figuras que cohesionan como este Lalo Molfino, que recuerde al pueblo que por encima de diferencias cainitas, todos están unidos por la idea de nación, de pueblo.

No piensen en una novela crepuscular, de autor en horas bajas. La trama está bien armada, es consecuente e interesante, y la factura técnica de Llosa vuelve a ser impecable. No es Tiempos recios, lo mejor sin duda de su última etapa, pero sí una novela a la que merece la pena acercarse.

Rafael Ruiz Pleguezuelos