El hombre sin rostro

Opinión:

De Claudio Cerdán ya hemos reseñado al menos un par de novelas aquí y, si las repasáis y luego leéis esta (o al revés, lo mismo da que da lo mismo), comprobaréis la enorme versatilidad del autor, aunque su querencia sea hacia la novela negra. Pero fruto de esa versatilidad, extensible también a sus trabajos no de ficción, hace que sea capaz de conseguir que funcione una mezcla de novela negra con gitanos y zombies ("Sangre fría"), o una negra pura y dura centrada en la corrupción política y asesinatos ("Los señores del humo"), o negra sobre las mafias, etc. ("El país de los ciegos"), incluso de género fantástico ("El dios de los mutilados").

En este caso, ha conseguido una muy satisfactoria mezcla entre el thriller y el terror, o el horror, ahora veremos una cosa respecto a esto; hace tiempo, y volvimos sobre el tema hace unos días debido a unas presentaciones literarias, hablamos sobre la diferencia del terror y el horror. De entrada, el terror es un miedo muy intenso, mientras que el horror es una sensación (o mejor, algo que la produce) muy intensa, que nos causa malestar, pero no específicamente miedo. Yo puse como ejemplo ver la guerra, por decir una, de Ucrania por la televisión, que nos produciría horror, o que estuviéramos dentro de ella, que nos produciría terror. O ver lejanamente a alguien asesinando gente (horror), o que se dirigiera directamente hacia nosotros (terror); creo recordar que también puse algún ejemplo sobre niños, o al menos sé que he comentado qué pasaría si alguien hiciera algo malo a algún niño, sobre todo si me ata algún lazo al mismo...

Y justamente cae en mis manos esta magnífica novela del amigo Claudio, y veo que si teóricamente la diferenciación de terror y horror está más o menos justificada, al menos "académicamente", algo que puede causar horror, puede llevarnos, aún sin apreciar una agresión "directa" a sentir terror. A menudo, en contra de lo que venimos exponiendo, novelas o películas se catalogan de terror, cuando lo suyo en realidad sería horror; pero en este caso, el horror de la crueldad hacia los niños que se expone en estas páginas nos lleva directos al terror que sentiríamos, que sentimos, de pensar qué pasaría si nos sucediese algo similar.

No en vano, el propio autor, padre de dos infantes, reconoce que había capítulos que, por esa condición, tenía miedo de escribir y que cuando no tenía más remedio que ponerse con ellos, intentaba quitárselos de encima lo más rápidamente posible (¿horror... terror?). Y lo entiendo perfectamente, más aún leyendo su novela.

La estructura se basa en capítulos cortos, muy cortos; en otras reseñas hemos comentado que se basaba en frases cortas, contundentes y afiladas, pues bien, aquí se estructura en capítulos muy cortos lo que, dado la dureza de algunos, es de agradecer... aunque no deja de apreciarse esa dureza, ni ese "horror", se agradecen esos breves momentos de respiro. Por cierto, ese horror que nos conduce, o así me lo parece, al terror, va in crescendo a lo largo del libro (por eso justamente digo que uno da paso al otro), dejándonos solamente como respiro, por decirlo de alguna manera, esa brevedad de los capítulos.

A lo largo de la lectura iba pensando que además del terror, la novela tenía otras lecturas paralelas, aunque el autor dude de que las tenga... pero sí reconoce que intenta poner el foco sobre las asociaciones que hacen una labor complementaria a la policía, evitando que los casos caigan en el olvido. Creedme, el libro tiene esas lecturas paralelas además de esta que comenta Claudio, incluso en algunos diálogos podréis atisbar indicios de las mismas. De todas maneras, el libro se defiende de maravilla como thriller/noir/terror.

Comentaba el autor que le gusta ser muy meticuloso y preciso al construir las historias, tanto a nivel de documentación como de escenarios. Eso se nota aquí, y además no molesta; he reseñado otras en las que se describía, por ejemplo, la decoración de un portal, los ladrillos, las lámparas, los cuadros... para nada, no tenía luego la menor incidencia, y daba la impresión de relleno puro y duro, sobre todo cuando repetía lo mismo en diversos escenarios: sin embargo aquí no cansa, no carga, queda bien y hasta bonito   (y eso debido... o tal vez a pesar de la brevedad de los capítulos).

Quería Claudio escribir una novela que se desarrollara íntegramente en su tierra, Murcia, y esta es la que lo consigue.

Como digo en el párrafo anterior, está muy bien lograda a nivel escenarios y consigue, acompañado por la climatología que desarrolla durante la obra (que se convierte casi en un personaje más), un fondo, un decorado para la obra, que magnifica la trama.

Bueno, acabo; muy buena obra, muy conseguida, que nos arrastra a través de lo que parecía una "simple" investigación a través del horror que, por obra y gracia del autor, va consiguiendo que lleguemos a sentir "terror".

Recomendable, mucho.

J. Javier Arnau