Si rompemos las barreras

Opinión:

"Si rompemos las barreras" es un romance juvenil, sencillo y tierno, con personajes adolescentes que realmente se sienten como adolescentes reales, al contrario que muchos otros libros que pueblan el mercado con protagonistas adolescentes movidos por la atracción sexual que parecen veinteañeros inmaduros.

La historia está en tercera persona con el punto de vista de Vera (intercalando muchos mensajes de chat), y es una historia sencillita, sin grandes altibajos, pero con un buen desarrollo y protagonistas con los que, como ya he dicho, puede identificarse un adolescente de hoy en día. Algunos detalles de las localizaciones me chirriaron, pero son cosas que se pueden dejar pasar.

El romance es secundario, ya que en mi opinión lo importante es el desarrollo de Vera, que tiene que enfrentarse a muchos cambios y desafíos en un corto espacio de tiempo. En el pasado ya había actuado de forma muy madura para su edad, adaptándose a las difíciles circunstancias, pero de nuevo se la vuelve a poner a prueba.

La premisa es que, para muchas personas, los mundos virtuales son muy reales, pues es allí donde se sienten verdaderamente cómodos, donde tienen a sus amigos reales y donde pueden escapar de sus realidades, muchas veces duras. Es el caso de Vera, que se ha distanciado de sus amigas de toda la vida porque su situación económica no le permite seguir su ritmo ni puede estar con ellas los fines de semana y, de todas formas, no tiene sus mismos intereses. Eso le ha llevado a tener una sólida amistad desde hace años con su compañero de aventuras en un juego de fantasía.

Así pues, cuando pierde su ordenador, pierde a su mejor amigo, ya que nunca llegó a darle su contacto fuera del juego, a pesar de que en algún momento lo habían dejado caer. Paralelamente, suceden una serie de cambios en su vida que implican una mudanza a otra ciudad e incluso que tenga abiertas más opciones de futuro, cosas a las que debe enfrentarse sin el apoyo de su Efarin, pero con mucha empatía por parte de su familia.

La casualidad quiere que, cuando su vida empieza a asentarse de nuevo, Izan, el chico que está detrás de Efrain, vuelva a entrar en escena, y ahí es donde entra una parte romántica de lo más tierna. Ambos son una pareja monísima, ya que deben replantear esa relación que ya se afianzó desde hacía cuatro años en lo virtual y que ahora puede ser en persona, con una atracción más que evidente pero sin perder de vista esa amistad preciosa que tenían. Tendrán alguna barrera más que no contaré para no chafar nada, pero siempre lo manejan de forma positiva, no tóxica.

En definitiva, es una buena historia para que la disfrute un adolescente y un adulto, especialmente los que han tenido una vida virtual muy intensa. Los valores que transmite son positivos y los personajes se hacen querer, así que merece la pena.

Déborah F. Muñoz