víctor yubacuto y los romanos

Opinión:

Nuevo curso, nuevos amigos y nuevos líos para Víctor en esta nueva entrega de sus dichas y desdichas. En esta ocasión Sweeney Todd se encargará de hacer de su vida un infierno, convertirse en un pringado Íbero tampoco le ayudará mucho, su hermano freaky, Aurelio, se ha empeñado en descuartizarle lentamente, y el Melón ha decidido relegarle de su puesto de mejor amigo…peor, imposible.

En este nuevo libro de Víctor conoceremos mejor a su familia, veremos que sus padres han estado casados con anterioridad y que cada uno aportaba un hijo al matrimonio, cosa a la que el niño no da mayor importancia. Maite Carranza tiene un tacto especial para tratar temas complicados sin sombra alguna de trauma, lo hace a la hora de tratar la peculiar familia del protagonista, con el delicado tema del acoso escolar al que sí le da la importancia que tiene e insta a los que lo sufren a que lo pongan en conocimiento de un adulto, también a la hora de retratar el tema de los celos entre amigos y su particular manera de resolver las cosas sale airosa al hacerlo con la misma naturalidad que los niños lo hacen, y da en el clavo en lo que ha relaciones entre niños y hermanos adolescentes se refiere. Por supuesto todo ello impregnado de una capa de humor, porque hasta las situaciones más apestosas tienen su lado cómico.
 
Si en “Víctor y los vampiros” los chavales aprendían sobre el folclore de la Europa del este y la novela inmortal “Drácula” sin darse cuenta, aquí harán lo mismo con los Romanos, los Íberos, los Emperadores Romanos, y sobre nuestra península en el tiempo en que se llamó Hispania. Para que los chavales lo vean de una manera divertida lo transforma todo en un juego de Rol, en el que los papeles cambian de manera constante y los pringados pasan a ser héroes y viceversa. Por supuesto Víctor sigue haciendo historietas de todas las peripecias que va viviendo a lo largo del campamento y Agustín Comotto vuelve a encargarse del apartado gráfico.

Como en la primera entrega, las ilustraciones son muy graciosas, captan, con sentido del humor, todas las desgracias que le ocurren al chiquillo, y la visión de los colonizadores y conquistadores de nuestra región es bastante rocambolesca para llamar la atención del lector; otra vez la idea del cómic dentro del libro se convierte en un punto fuerte en toda la narración.
 
“Víctor y los romanos” aglutina acción, risas, catastróficas e hilarantes desdichas, humor a raudales y una lección de historia muy bien orquestada y disimulada. Sólo queda agradecer que no recrearan la etapa de Nerón porque capaces son de quemar el campamento mientras tocan la lira y cantan: arde Roma Imperial.
 
Patricia Rubiera