Shikimori es más que una cara bonita 2

Opinión:

Este segundo tomo de "Shikimori es más que una cara bonita" sigue estando formado por historias cortas, aunque ya empieza a haber un hilo detrás y aparece un desarrollo mayor que las escenas de la pareja sin más.

Por un lado, tenemos a la madre de Izumi, que se hace muy amiga de Shikimori y la aprecia muchísimo, con escenas un poco raras entre ellas que resultan algo desconcertantes. También conocemos al padre, aunque sale menos. Y los amigos de la pareja, tanto por parte de ella como por parte de él, empiezan a tener también algo más de espacio.

En cualquier caso, la pareja es lo predominante y ambos son una monada. Izumi es un chico encantador, que ayuda con las tareas domésticas, siempre pone al mal tiempo buena cara (y su gafe hace que tenga siempre mal tiempo) y adora a su chica. Shikimori, por su parte, está enamoradísima de él y saca a relucir su carácter a menudo, aunque a veces se avergüence un poco por sus arrebatos poco femeninos, se siente animada a ser ella misma por el propio Izumi.

Como ya dije en la reseña del tomo anterior, me gusta mucho esa inversión de los roles de género sin que pierdan su esencia. Shikimori es muy competitiva, dura y con carácter, pero no por ello es poco femenina. Igualmente, Izumi es un chico encantador y sensible, pero eso no quita que no sea protector o masculino.

La relación entre ellos es preciosa, bastante pastelosa y sin roces, pero a veces sienta bien leer sobre una pareja tan adorable y sin conflictos, que avanza poco a poco y se compenetra tan bien.

 En cuanto al dibujo, continúa combinando un estilo normal (el predominante, bonito pero sencillo), el caricaturesco (simplificando mucho en momentos de descarga cómica) y cuando Shikimori se transforma, en el que el dibujo se vuelve más detallado y potente para hacerla brillar.

El tomo termina (antes de las dos historias extra) con todos los personajes jóvenes haciendo planes para el verano, estoy deseando leer qué nuevas situaciones vacacionales sacarán a la luz a la verdadera Shikimori.

Déborah F. Muñoz