ombligos 2. malos tiempos para los feos

Opinión:

Ya me declaré fan de estos personajes creados por Delaf y Dubuc en el primer volumen (Ombligos 1), y admito que pese a mi edad, seguiré siéndolo. Este segundo volumen me ha hecho reír como el anterior, me lo he pasado en grande con tanto disparate, y he visto cosas que me han gustado mucho. No he sido la única: la serie está destinada a chicas en particular a partir de los 12 años, y en una de las visitas de mi sobrina la he visto devorar el comic y no soltarlo hasta terminarlo, uno detrás de otro. También a los chicos les hace gracia. Creo que es inevitable.
 
La superficialidad parodiada al máximo tiene su encanto, pero en esta ocasión, como decía, se ve algo más incisiva. Aquí aparecen las familias de Jenny y Vicky, y la de esta última en particular dice mucho, muchísimo. A veces esa apariencia de superficialidad es una regla, una norma de la casa donde no se puede exceder del peso, donde el aspecto es primordial y donde la crítica a los que pretenden saltarse las normas es terrible. Y si bien dije que la historieta era para reír y no para criticar una sociedad o un tipo de personas, aquí sí puedo decir que Delaf y Dubuc se han vengado con matrícula de honor. Y no solo aquí, tenemos la opción de ser guapos por dentro, y si se elige ser feo por dentro también se pueden pagar las consecuencias. Otra pequeña venganza repleta de golpes de humor recae sobre Vicky.
 
Aun así, es un comic para reírse un buen rato, para releer y disfrutar de auténticas barbaridades, porque lo que tiene de bueno la parodia es que hizo para carcajearse de aquello que en realidad se critica sutilmente bajo la apariencia de chiste.
 
Imperdibles algunas escenas como la idea de Jenny de comprarse un perro que haga juego con sus botas, o la entrega de su poema en clase, y también cuando las dos chicas más sexys del instituto deciden que la “amistad debe estar por encima de los chicos” y a la mínima son las primeras en meter la pata rompiendo la norma.
 
Se agradece también que Dan, el chico de Karina, no sea tan ingenuo como ella. Lo contrario sería para tirarse de los pelos.
 
Me encantaría seguir las andanzas de estos personajes en España.
 
Anika Lillo