El diario de Lerdus Maximus en Pompeya

Opinión:

Este volumen es la tercera entrega de las aventuras de Lerdus Maximus, un personaje un poco friki que, con evidentes similitudes con los libros de El diario de Greg, resulta cercano a los niños; sobre todo porque la mayoría de las veces su planes fracasan dando lugar a situaciones muy divertidas.

La ciudad de Pompeya no sale muy bien parada en esta historia y a los ojos de Lerdus, que viene de la gran Roma, sus habitantes son incultos, vagos y bastante tontos.

En uno de sus paseos por la ciudad descubre lo que cree ser un mensaje cifrado de Numerius, el hombre más listo de toda Pompeya y que se marchó de allí sin dar explicaciones, aunque Lerdus cree que fue porque se había cansado de un pueblo lleno de tontos. A partir de ahí seguiremos sus peripecias para descifrar los mensajes a través de escenas muy cómicas y descubriremos un gran secreto; y tratándose de Pompeya, obviamente está relacionado con el Vesubio.

De forma caricaturesca el autor refleja algunas costumbres de la antigua Roma y de sus protagonistas. La exageración cómica con la que se presentan ciertas situaciones consigue hacer reír a la vez facilita que los niños asimilen e identifiquen fácilmente retazos y personajes de la historia de Roma sin esfuerzo alguno, como ocurre por ejemplo con Julio César, al que describe como el hombre del peinado absurdo.

El poco texto, la letra grande y las numerosas ilustraciones tipo viñeta en blanco y negro -bastante ocurrentes, por cierto- son un buen aliciente para que los niños no pierdan el interés por la lectura.

Al final del libro y de forma breve y comprensible se explica lo más destacado de la historia de Pompeya y del Vesubio. El libro contiene también un glosario con la explicación de las palabras más desconocidas para los niños, como pueden ser anfiteatro, atrio, gorgonas… Finalmente termina con una útil guía explicativa de los números romanos.

Todos estos añadidos encierran un importante contenido educativo que resulta un complemento perfecto al entretenimiento que proporciona el libro. Así, los niños felices porque se divierten, y nosotros los padres, porque además asimilan la historia de Roma.

Mar Gázquez