el contenido del silencio

Opinión:

¿Cuántas cosas puede ocultar el silencio? Los silencios pueden contener secretos que ni tan siquiera los que callan conocen, secretos que se pierden en el tiempo y la memoria.
 
En El contenido del silencio Lucía Etxebarria se sumerge en la compleja relación de dos hermanos, Gabriel y Cordelia, huérfanos a muy temprana edad y que llevan sin hablarse desde hace tiempo. Su silencio, el que cada uno guarda y al que se han condenado mutuamente entre ellos, está presente a lo largo de la novela en forma de secreto. Y es que cuando Gabriel nos habla por primera vez de su hermana Cordelia, sabemos que hace diez años que no se hablan pero, ¿por qué? ¿Qué esconden ambos hermanos? Quizás ni ellos mismos lo sepan o no lo quieran recordar, pero el lector lo irá desgranando a través de los recuerdos y los relatos que Gabriel y Helena comparten a lo largo del libro.
 
El pasado de ambos hermanos es lo que empuja a Cordelia a esconderse en el silencio y a no hablar de lo sucedido antes de su vida en Canarias, a huir de Aberdeen para esconderse en Punta Teno, lejos de todo lo que conoce, lejos de su hermano; lo que la empuja a adentrarse en una secta de la que no ha salido. También es lo que empuja a Gabriel a huir, pero no de la ciudad, sino de sus recuerdos, que lo empujan a perseguir el ideal de una mujer que ha perdido en otras mujeres que nunca podrán llegar a igualarla y que, de hecho, parecen no quererle. Es interesante cómo, en cierto momento, Gabriel se plantea la similitud que hay entre la forma que tienen las sectas de captar adeptos y la forma en que él se dejó atrapar por Patricia, su prometida: la necesidad de ser querido, de sentirse aceptado puede llevar a alguien a someterse, a aceptar cualquier trato, incluso a negarse a sí mismo, a desaparecer. Es como si la autora nos quisiera mostrar que, a pesar de las distancias, ambos hermanos tienen el mismo vacío en su interior y las mismas ansias de llenarlo.
 
A través de las reflexiones de Gabriel y de las historias que Helena narra sobre Cordelia, poco a poco el lector se adentra en el mundo interior de ambos hermanos. Y a través de sus vivencias, la autora nos habla de la necesidad que tiene los seres humanos de ser queridos, de ser aceptados; la necesidad humana de suplir, de llenar los huecos que el abandono y la muerte dejan a su paso. Quizás por eso Cordelia busca relaciones con hombres mayores que ella, buscando suplir la imagen del padre que perdió; quizás por eso siente tal atracción hacia Heidi, la directora de la secta, ya que ella representa la madre que nunca tuvo. 
 
En el momento en que Gabriel inicia su viaje para descubrir qué le ha ocurrido a su hermana, el lector inicia otros viajes a su lado. Al llegar a las islas Canarias, Gabriel experimenta una separación de la vida que siempre ha creído tener que llevar, de las necesidades que le ahogan, y todo gracias a la presencia de la amiga de Cordelia, Helena, una mujer impresionante por la que sentirá una atracción irrefrenable y que le hará replantearse toda su existencia.
 
Pero no es el único viaje en el que se sumerge el lector. La búsqueda de Cordelia permite a la autora introducir un viaje espiritual y de reflexión, pero también un viaje a través de la historia y las islas de la mano de Virgilio, el guía. Es curioso que la autora haya escogido este nombre para el hombre que guiará a Gabriel y a Helena en el trayecto que les permitirá desenterrar los secretos de la secta en la que se perdió Cordelia. Virgilio, narrador de viajes al igual que Homero, y al que Dante escogió como guía a través del Infierno de su Divina Comedia. ¿Es sólo coincidencia o es un homenaje al narrador que tan bien supo contar el viaje de Eneas? ¿O la referencia se acerca más a Dante y es la forma en que la autora nos muestra de una forma sutil el infierno que puede suponer encontrar a alguien que se ha sumergido en las entrañas de una secta? Son meras suposiciones, pero reconozco que me ha fascinado ese personaje “narrador de la historia”, que a pesar de resultar en ciertos momentos excesivamente erudito, sirve de conexión con el mundo y la realidad, más allá de la mirada de Gabriel, que ocupa gran parte de la obra.
 
Un tema aparte merece la presencia de la isla en esta obra. A pesar de no haber pisado nunca Canarias, la autora consigue transmitir de forma elegante la geografía y la atmósfera de cada rincón que visitan los protagonistas. Las calas, los caminos, los edificios y los recovecos que pueblan la novela y que están empapados de historia y de secretos, ayudan a entrar en el viaje de Gabriel.
 
También merece mención aparte la manera en que Lucía Etxebarria presenta el papel de la secta en esta historia. Aunque la secta de Heidi es creación de la autora, sirve para mostrar otro matiz de la necesidad que tienen las personas de saberse queridos y aceptados, formar parte de algo. Curiosamente, en breve se estrenará en España una película, Martha Marcy May Marlene, que también se adentra en el mundo de las sectas y en las formas que tienen para captar y seducir a sus adeptos. 
 
El contenido del silencio expone una historia que indaga en el abandono, la pérdida, la necesidad, el miedo a la soledad. La autora se adentra en la vulnerabilidad de las personas y nos muestra los diferentes caminos que estos pueden tomar para sobrellevar el vacío: algunos caminos pueden ser tristes y huecos, como la relación de Gabriel con Patricia; otros pueden ser peligrosos y autodestructivos, como el de Cordelia junto a Heidi.
 
Escrita con soltura y con una excelente descripción del paisaje por el que transcurre la historia, esta novela ahonda en las sombras del alma humana, en la necesidad de ser aceptado, de ser querido; necesidad que, en muchos casos, puede llevarnos a realizar locuras en el peor de los sentidos. Pero también nos habla de los entresijos de la seducción y la atracción, del miedo a la soledad. Esta obra es, ante todo, un viaje que nos muestra las diferentes facetas del amor, un amor a veces incomprensible, a veces prohibido y, a veces, devastador.
 
Inés Macpherson