Espejo, hombro, intermitente

Opinión:

Todos somos capaces de reconocer las soledades, las propias y las ajenas, los diferentes colores y trajes que la componen y la forma en que intentamos darle un sentido, transformarla, dejarla atrás o aceptarla. Hay soledades voluntarias y otras a las que uno se ve lanzado sin darse cuenta, sin comprender qué ha pasado para que todas las puertas se hayan cerrado y no haya nadie al otro lado del teléfono. Pero, a menudo, la soledad es un lugar desde el que podemos observar y observarnos, retratar el mundo en el que vivimos y las rutinas que nos acotan el camino.

Con este libro, Dorthe Nors hace un retrato intimista y personal de la vida de una mujer, pero también de la vida en una gran ciudad que te atrapa, te absorbe y te vuelve uniforme, gris. Buscando el equilibrio entre estos dos estratos, jugando con la manera en que ciertas situaciones llevan a Sonja a recordar momentos del pasado que ella no comprendió en su momento, y quizás ahora tampoco, Nors propone una contraposición entre infancia y vida adulta, sueños y frustraciones, campo y asfalto que sirve para ver, sin juzgar, los caminos de la vida de una mujer que sabe que necesita aire, aunque no sabe si podrá respirar.

A través de lo cotidiano, de gestos y diálogos, de reflexiones y recuerdos, Sonja nos muestra su necesidad de cambiar, de encontrar su propia voz, una que a menudo no utiliza, porque no consigue comunicarse con su hermana, porque simplemente traduce la voz de otro o porque ni siquiera le dejan manejar el cambio de marchas. Podría ser un grito de rabia, pero no lo es, porque estamos en el terreno de lo sutil, de plasmar las sensaciones a través de imágenes que podrían ser neutras si no fuera por la manera en que las explica Sonja, mezclando su yo con la voz narrativa; ese yo que intenta complacer y después se detiene, porque quizás en algún momento tendría que empezar a pensar en y por sí misma.

Una novela que condensa en pocas páginas una historia simple pero compleja, formada por fragmentos de la vida de una mujer a quien le gustaría dejar de tener vértigo cada vez que mira hacia otro lugar que no sea el camino que en algún día creyó que debía ser el suyo.

Inés Macpherson