El puñal

Opinión:

Como buen argentino, la obra no está exenta de digresiones. Uno escucha a algún entrenador de fútbol argentino, o a un artista argentino, y de los centenares de palabras que dicen sólo valen quizá tres cuartos, o ni llega. Algunos que han asistido a ruedas de prensa hablan de momentos soporíferos. En el mundo del fútbol, por ejemplo, desprenden filosofía con sus palabras, hasta el punto de embelesar a cualquiera, pero alargan sus comentarios hasta puntos extremos.

La novela "El puñal" peca precisamente de eso, y existen muchos pasajes en los que se puede saltear párrafos sin que se pierda el hilo de la trama. Algo que quizá se tendría que mirar bien, a propósito, tratándose de una novela negra. Éstas, en sus orígenes a principios del siglo pasado, destacaban por su habilidad por atrapar y dotar a prácticamente cualquier párrafo de significado e importancia. De hecho, en lo que a la trama se refiere, tarda en pronunciarse, al igual que la relación (cantada) entre Núria y Remil. Luego, a causa de las digresiones, el desarrollo se desenvuelve de una forma lenta y demasiado plausible para una novela que, a juicio de muchos escritores de novela negra, debería producirse a una velocidad más dinámica. Hay "twisted moments", es decir, momentos sorpresa que lo trastocan todo, pero la lentitud de la trama lo echan a perder. Al respecto, lectores duchos en este estilo literario probablemente se llevarán pocas sorpresas a lo largo de la obra.

Hay que decir a favor, sin embargo, que el autor logra una gran caracterización de los personajes, con momentos sensuales y sexuales que traspasan la simple tinta de las páginas y consiguen trasponerlas en el cuerpo del lector. Remil es un tipo peculiar y adecuado para un estilo frío, desencantado, desengañado, herido por la maldad de la vida. Y todos los personajes que lo envuelven completan un gran círculo en esa caracterización, formando un mundo perverso, egoísta y desconsiderado. Jorge Fernández Díaz, con más de treinta primaveras a su espalda como periodista, se sirve de esta situación para acercarnos todo aquel mundo ajeno a los ciudadanos pero que se mueve entre todos ellos, prácticamente en silencio. Empero, hay que constatar aquí que, a pesar de que se traza un gran marco del poder y el crimen, se habla tanto en la actualidad y se narra tanto de ese mundo que prácticamente nada sorprende.

Cristià Serrano