El jilguero

Opinión:

"El jilguero" me ha parecido un libro maravilloso. De él se ha dicho de todo. El jurado que le concedió a Donna Tartt el premio Pulitzer destacó "su exquisito dibujo de personajes en una obra que estimula la mente a la vez que toca el corazón"; Stephen King dijo que "es una de esas rarezas que aparecen pocas veces, una novela literaria escrita con audacia, que conecta con las emociones del lector"; Silvia Querini -editora de Lumen- que "'El jilguero' es quizá el primer clásico del siglo XXI", y así podríamos seguir. Obviamente no todo el mundo va a estar de acuerdo, he visto opiniones de lectores para todos los gustos: que si le sobran páginas, que si de clásico nanay, que si un final horroroso… No digo que no puedan llevar parte de razón, cada uno es libre de extraer las conclusiones que le plazcan de una lectura, pero yo estoy más con los elogios que con las críticas negativas porque son tantas y tantas las virtudes de esta novela que en la balanza pesan más que todos los puntos débiles (si es que de verdad lo son) que pueda tener.

"El jilguero" tiene una calidad literaria innegable sabiamente conjugada con los elementos de lo popular, lo que algunos llamarían un "bestseller" de calidad. Creo honestamente que llamarlo así, aunque sea con la etiqueta "calidad", es quedarse muy lejos de lo que representa esta obra. Cierto que desgracias, amores, aventuras, misterio, sorpresas y giros varios que se esgrimen con una clara vocación de llegar a un público más amplio (no hay que rebuscar mucho en las librerías para encontrar "El jilguero", basta acercarse a las mesas de los más vendidos) en cierto modo lo acercan a esa denominación, pero solo en parte porque son demasiados sus méritos.

Lo que más me ha cautivado a mí es lo grandísima narradora que es Donna Tartt siendo su dominio de la escritura tan apabullante que incluso en los que podrían ser los "puntos muertos" de la novela -aquellos en los que parece que la trama no avanza- el lector cae rendido por la fuerza hipnótica que tienen sus palabras. Pero al poder de su fuerza narrativa hay que añadir unos personajes redondos y fascinantes, inolvidables, que te hacen sentir, te despiertan ternura y compasión; personajes con los que se conecta emocionalmente ya no solo por su lograda descripción sino por su lógica y coherente evolución, y en particular Theo -una especie de Oliver Twist  moderno- y Boris, su mejor amigo y un personaje de lo más logrado. Son además personajes dotados de una compleja carga psicológica que da pie a intensos diálogos repletos de reflexión y de referencias culturales no solo sobre la pintura sino también literarias.

Subyacen muchos temas en la novela cargados de hondura y que propician numerosas reflexiones: la pérdida de un ser querido, la superación del dolor, la búsqueda desesperada de afecto, el desamparo, el desarraigo, los remordimientos, la culpa, el poder de la amistad, la droga como escape y refugio de la dramática realidad, la estafa, la traición, la delincuencia, el destino… No son temas nuevos, la literatura lleva siglos explotándolos, pero es la forma de explorarlos y de contarlos de la autora lo que convierte este libro en excepcional y donde a mi modo de ver reside su grandeza.

Hay que evitar al leer "El jilguero" estar expectante y ansioso por la resolución del misterio referente al cuadro, por descubrir su secreto, ya que entonces ciertos episodios (como cuando el protagonista se va a Las Vegas) los sentirá el lector como un retroceso; en contra, lo que recomiendo es no tener prisa y dejarse embaucar por la extraordinaria habilidad para narrar de Donna Tartt y disfrutar así de todas y cada una de sus palabras.

Pocas veces al terminar una lectura me congratulo con los elogios vertidos sobre el libro y que en cierto modo me incitaron a desear leerlo. Esta vez siento que las alabanzas eran fundadas. "El jilguero" estimula, emociona, conmueve, entretiene y está espléndidamente escrito. ¿El primer clásico del siglo XXI? Pues no lo sé, habrá que esperar al paso del tiempo para ver cómo "envejece" pero mientras tanto y por mi parte, no puedo más que recomendar su lectura.

Mar Gázquez