El cuaderno del año del Nobel

Opinión:

Encabezado por un prólogo en el que la que fuera su última mujer, Pilar del Río, nos da cuenta de los olvidos a los que dan lugar los discos duros y el paso del tiempo, ve ahora la luz el último de los "Cuadernos de Lanzarote" escritos por José Saramago.

Estos cuadernos son una suerte de diario en los que el escritor iba constatando tanto lo que iba ocurriendo en su día a día (comidas, citas, charlas, encuentros con otros autores…) como algunas de sus reflexiones sobre asuntos y noticias que iban teniendo lugar en los días de escritura; reflexiones que podían articularse en un texto publicado en algún medio o que se quedaban en "simple" materia de cuaderno. Y entrecomillo en simple porque, tratándose de Saramago, no hay nada simple, todo es brillante, contundente, interesante e inspirador.

Coincidiendo con el vigésimo aniversario de la concesión del Nobel a Saramago en 1998, ve la luz ahora este cuaderno que nos da cuenta de todo lo que ocurrió ese año hasta que en su mes de octubre el autor portugués alcanzó el máximo galardón literario mundial. Y, también, lo que ocurrió después, discurso de recepción incluido.

En estas páginas podemos ver, pues, al Saramago más casero; más humano, si se prefiere. Un Saramago que acude a citas, se encuentra con otros escritores, escribe y vive. Y reflexiona. Porque leyendo estas páginas una se da cuenta de que la reflexión, el análisis de lo que le rodeaba, era una constante en la vida del escritor portugués afincado en Lanzarote. Ya fuera para extraer de esa reflexión materia novelable o, simplemente, porque no era capaz de aislarse de lo que pasaba a su alrededor (incluyendo en esos alrededores el mundo entero), Saramago deja constancia aquí de su preocupación por temas muy diversos. Desde la propia literatura, hasta la política, la economía o las relaciones internacionales; pasando por su dolor por no ser profeta en su tierra, su análisis de la historia de Portugal y su relación con España o su cariño por la tierra que le acogió con todos los honores.

En este último cuaderno, una puede catar, como en la mejor de sus novelas (o, mejor dicho, como en cada una de sus novelas) no solo la altura moral y literaria del autor, sino también su valor como persona, su tremenda humanidad y su visión del mundo: siempre inteligente y certera.

Y su relación con los lectores. Este cuaderno recoge algunos de los comentarios y cartas que recibió el Nobel durante el tiempo en el que lo fue escribiendo y sus reacciones respecto a ellos. Me ha conmovido descubrir hasta qué punto era respetado y admirado por quienes le leían (le leemos) pero también cuánto respetaba y admiraba él a sus lectores, cuánto le maravillaban algunos de sus comentarios y cómo valoraba lo que le contaban.

Además del cuaderno en sí, este volumen incluye, bajo el epígrafe "Descubrámonos los unos a los otros", cuatro intervenciones del autor portugués en diferentes foros en los que podemos encontrar una buena y certera muestra de su pensamiento político, económico, social y literario.

En definitiva, un libro para valorar en su justa medida al gran escritor que fue José Saramago y descubrir su gran humanidad y capacidad reflexiva y de análisis.

Lidia Casado