El caso Goldenberg

Opinión:

Un asesinato sirve de apasionante excusa para introducirnos en la historia de la penetración del cine en China de la mano de unos osados empresarios españoles.

En un convulso Lejano Oriente en el que ya se anticipaban las intensas guerras comerciales que han ido sucediendo durante décadas, y especialmente las relacionadas con la piratería de derechos intelectuales de las producciones cinematográficas, amplificado en su complejidad por un tenso contexto de disputa geoestratégica, que acabaría derivando en los conflictos bélicos que asolaron la región unos pocos años después.

Shangai, Hong Kong, Filipinas, Japón, Hollywood, el tráfico de opio, la irrupción del cine sonoro, internacionalmente famosos estafadores, aristócratas huidos, que cruzan los océanos y saltan de ciudad en ciudad a la caza de fortuna, en negocios volátiles propios de un cosmopolitismo forzoso en el que se desdibujan los orígenes y las clases sociales.

Una realidad que sirve de novelesco decorado, para una historia de audaces españoles que allende los mares controlan un circuito de exhibición de películas, en los primeros años de una industria que después tendría una enorme repercusión global, pero que en aquel entonces competía con otros espectáculos en directo en locales abigarrados, llenos del espeso humo de los cigarros, el juego, el tráfico de drogas, las armas y el río generoso de las bebidas espirituosas.

Este libro también ofrece un retrato de antiguos españoles que sobrevivían en la lejanía de los rescoldos de un decadente imperio español, que intentan sobrevivir en ambientes oscuros, en momentos extraños, con una permanente sensación de cambio de época, a menudo con la violencia como una realidad tan cercana como inevitable. Familias que se construyeron sobre los cimientos del nomadismo, la aventura empresarial, la movilidad de las clases sociales y la necesidad apremiante de la supervivencia y en el mejor de los casos el éxito de la huidiza fortuna. Con protagonistas cuyo anonimato, hasta la publicación de este libro, expresa el lamentable olvido de una historia que fascina por el exotismo de lugares y momentos que resultan lejanos y difíciles a nuestra memoria como país, y muy especialmente del mundo del cine cuando los primeros protagonistas del celuloide se han globales, como Charlot o Douglas Fairbank.

Con un ritmo trepidante, cargado de datos, historias, sobre todo de inefables personajes, el autor trenza una eficaz crónica de aquel peculiar capítulo histórico, en el que hacer negocios suponía jugársela en sitios peligrosos, dominados por el temor de un futuro demasiado prematuro que impedía trazar planes vitales a largo plazo, pero que demostraba una capacidad empresarial internacional, por desgracia muy rara, en nuestra tradición nacional en aquellos días.

Jorge Riet